[Capítulo 10]

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Una noche abrumadora, temible y eterna. Sueños e ilusiones. Voces sin eco, vociferando palabras sin comprensión. El firmamento oscuro, roto, vacío a la vista mas lleno de pesares. Un deseo anhelado y la noche halla su final. Desnuda y solitaria. Fría y peligrosa.

10
Cero más seis

Fue hasta que desperté adolorido y hecho un nudo, que reparé en lo imbécil que había sido. El cuerpo me cobraba la cuota por dos noches de haber dormido apretujado contra la pared, con la espada entre los brazos y las piernas dobladas. Me encontraba en la aldea humana, no en un sitio cualquiera de mala muerte. Hasta que el resplandor del día me pegó en la cara fue que pude recopilar cada una de mis ridículas decisiones.

¿A qué le temía?

La figura de aquella niña, saber que seguía cada una de mis pasos con cuidado llevada por una convicción desconocida, despertó un instinto primitivo en mí. En el fondo quise correr, escapar de su oscurecida mirada. Pero no habría sido tan sencillo. No lo reconocí de inmediato mas he de admitir que no me hallaba del todo bien. Antes de que cayera dormido, dentro del extenso periodo de tiempo en donde los pensamientos van y vienen, entonces no dejé de pensar ni una sola vez en la muchacha. Tampoco dejé de hacerlo al despertar. Pensaba en su presencia, en lo distante que aparentaba ser para el resto. Como si a pesar de pertenecer a la multitud ella no perteneciera a esta.

Encontré misteriosa su razón de ser. Aunque no quise indagar en ello al momento. Me parecía abrupto. Necesitaba de un poco más de tiempo. De poner en su lugar todo lo que la joven desordenó en mí. Esos pensamientos sin fundamentos hacia su figura.

Y es que no solamente coincidí con ella durante aquel día. Cuando pensaba familiarizarme con la aldea, buscando que la idea de ser humano no me fuera tan desconocida, entonces cruzamos caminos una vez más. O algo así. Ella siempre se mantenía segura. Siempre distante. Al principio creí que se trataba de una tengu a quien se le ordenó vigilarme e informar de vuelta a la villa cada una de mis acciones. Pero no, no podía tratarse de eso. Dadas las circunstancias di por hecho que a ellos no les volvería a importar mi presencia, de modo que lo descarté. Además que nada en la chica lograba rescatar algún recuerdo furtivo en mí.

O eso es lo que me dije los primeros días.

Libraba un combate de ingenio con la chica anónima. Siempre sobre el hilo de un juego que constaba de buscar y ocultarse. Al comienzo fue escalofriante huir de su imagen, ir por entre las calles y perderla al procurar no correr y revelar lo que hacía a los humanos. Cada día llegaba con nuevos e intrigantes encuentros en los que se debatía un poco de nuestra astucia. Comprendí de cierto modo la manera en que se comportaba.

Jamás se me acercó.

Indiscutiblemente me perseguía. Aunque eventualmente descubrí lo verdaderamente inusual que era el hecho de acercarme a ella. Cuando mis pasos iban en la dirección contraria y me aproximaba en la suya eso causaba su lenta, inesperada, pero segura retirada. Como si durante aquellos instantes quien le persiguiera fuese yo. Pronto me vi atraído, curioso, por su vista. Por su presencia la cual ya no encontré desconocida sino familiar.

Qué intrigante y maravilloso, pensé.

De repente las ocasiones en que coincidíamos amainaron hasta desaparecer. Aun si contaba con el dinero y los medios para permitírmelo, acabaría gastando más que sólo el dinero con el que contaba. Aun si se tratase de una pequeña riqueza. Me quedaban tantas tareas que debía cumplir, además de que en la posada se hablaría de mí y mi prolongada estadía.

Adopté una nueva postura. El día que tanto anhelaba llegara estaba delante de mí.

[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora