[Capítulo 33]

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La decepción se trata de un tipo de poder el cual tras verse alimentado de expectativa, crece hasta convertirse en una fuente de temor, impulsado por la decepción de la que anhelamos poder huir. Deseamos que no plague nuestro camino. Se le teme por lo que es capaz de provocar en nosotros, porque nos consume y retiene de ver lo que nos espera. Sea fruto de nuestra labor o con la ayuda de terceros. Pienso que ésta es una clase de poder infravalorada debido a que contrario a otras fuentes de daño nos afecta de distintas maneras. Su peso es mayor en las manos de quienes mantenemos con alta estima y cariño. Las condiciones son específicas mas no improbables de hallar, y ser quien contiene en sí el estrago que acciones y palabras poseen, saber que eso correrá libre tras ser pronunciada tu elección; saberlo hace que se cambie la forma en que miras el beneficio personal. Desconoces cuál es el papel que has jugado, aun si éste ha sido el mismo a través de los años.

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Ágape

Es un reto vivir dentro de los rasgos depositados por quienes forman parte importante de tu vivir, siendo una clase de pensamiento que hasta entonces no vi de un modo relevante a mis decisiones. Para empezar no es posible cumplirle a unos sin defraudar a otros, tal y como se reveló en el juicio el cual seguía cargando y que no estaba seguro de cómo tomar a causa de la información de Hatate. Según la noticia una porción de los tengu mantenía arraigadas una mezcla de sentimientos huraños hacia mí, a la vez que otra parte de estos se convencieron de que algo no funcionaba; y haya sido al dudar de sus superiores o de mí, es que no se hallaban contentos con el resto de sus congéneres. Formaba parte de un gran círculo sin salida del cual era una pieza importante lo quisiera o no. Desconocía la verdadera escala de la situación y que el tiempo creó. Por esto es por lo que seguí ligado hacia el territorio tengu, convirtiéndome en el objetivo de habladurías y chismes, especulaciones sobre lo que fui y que aún sería. Pensarlo resultó alarmante mas no es como si hubiera forma de darle alto a las ocurrencias del miedo. Debía dejar correr esa suerte con sus consecuencias y esperar lo mejor de lo peor. Estar preparado básicamente.

Así mismo me había aferrado a la idea de conservar mi vida en la aldea humana junto con Keine, querer mantener lo que una vez perdí. Esa insistencia dada por lo que llamé melancolía humana se debía al intenso deseo de recuperar eso que mucho tiempo atrás se me arrebató. Ya no lo podía negar. Aun así Gensokyo significaba tanto para mí, dificultando el querer voltear la página; Además que estaba aquello que rescatamos entre Reimu y yo, eso que temía perder por cualquier tontería espontanea.

También estaba vinculado al templo Moriya, aunque claramente en menor medida. En éste encontraba la gran y extraña sensación de poseer una llave importante a mi vida como humano y pese a no ser un fiel seguidor de sus diosas, es de destacar que mi presencia allí no se tomaba como la de una minoría ni nimiedad.

En instancia final se encontraba el Meikai. La gran mansión Hakugyokurou había sido un sitio alucinante, inconcebible hasta verlo con estos ojos, quedando maravillado por su aire fantasmal repleto de vida. Me dejó sin habla y aun así, con esta sensación de serme familiar; sin embargo, ¿cuál era el motivo de acudir a dicho mundo? Probablemente sea decir que Sumiken me ataba a éste, puesto que en alguna ocasión le perteneció al predecesor de Youmu y así mismo a ella que la terminó heredando. No es un simple objeto que pudieras pensar en hacer a un lado. Un arma de su clase, cuya belleza rivaliza con la del cielo más oscuro y perfecto, merecía más que indecisión y duda. Pero no. Mi espada no es lo que me atraía al mundo espiritual pues ésta era mía y de nadie más. Esa es una verdad innegable.

Cualquier aspecto sólo sirvió de excusa que me hacía lucir cual conformista buscando el pretexto indicado. Fallé en convencerme de que allí daría con secretos ocultos, de terminar el trabajo que alguien no pudo empezar. Y peor aún es que la mentira más grande fue la que me dije sobre la Princesa Fantasma, quien al blandir la imagen de mi madre me había robado el aliento y atrapado, atrayendo con palabras melosas. Mentiras. Ni mi ego o arrogancia hicieron que añorara regresar al mundo espiritual, reclamando el lugar que me pertenecía. La realidad es mucho más sencilla y sin complicadas insinuaciones.

[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora