[Capítulo 56]

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Un solitario suspiro ardió más allá del tiempo y de la sangre. Suave como las cenizas de un día perdido. Un instante en cohesión, réplica de la casualidad y un error imprevisto. El carácter inamovible de un sueño sin dueño lo decidió por mí. Que entonces yo era...

56
El rey de las bestias

El momento demandaba un resultado, ajeno a una respuesta falsa o suposiciones erradas. Ocurrió sin más, partiendo de un solo instante presente entre el auge del silencio y su consiguiente ruptura. Un desenlace natural al orden ansiado.

Lo que guio a cada uno de mis pasos fue una resolución absoluta. Tras estos, de las decisiones y el peso que dejaban detrás, hay certera convicción. Eso que también se halla en la hoja de mi espada. En su reflejo y en las manos que la guiaron también se encuentra aquello. Es así que avancé reconociendo el poder del fuego, la vida en este. El rugir del viento y los estragos de su tempestad. Cada extensión de mí al andar, eso que nacía, era unánime.

Inflexible, bella y peligrosa, Sumiken danzó vistiendo los elementos, describiendo caminos y siluetas, brechas de la resonancia en mí.

Pero el zorro es astuto. Absuelto de toda duda, hace alarde de su naturaleza, de su poder y experiencia. El mismo silencio que surge del instante también lo hace de sí mismo. Jamás da dos pasos si con uno le bastaba. Jamás se mueve si con estar allí es suficiente y como el árbol, se acomoda a los improvistos de su entorno.

En mí no hay silencio sino que la quietud de una ira sórdida. El viento grita y su voz resuena en la montaña que toma como la suya. Los ecos de un legado olvidado acometen desatados ante la promesa de un final, reducidos a si apenas un barullo de susurros.

El fuego arde, alimentado por memorias ajenas de un pasado rutilante. Crece al recordarlas, devorando aquello en su camino. Por sí solo, es destrucción. Es vida, es un aliento. Es deseo.

Pero entonces se detiene extinto.

Lo que queda entre un instante y el siguiente no es una pausa, ni un espacio carente de ello. No es silencio ni mucho menos la ausencia de lo demás. No es frío desdén ni meticulosa mordacidad. Es nada.

Una brevedad carente del tiempo.

Por encima de esta, escapándose por entre las grietas sin descaro ni permiso, es su voz. Resuena sin decoro, hostil y apabullante.

—Suficiente.

Pudo nacer por una negación abnegada a un anhelo infantil, que por ella perdiera rastro de lo que era o que entonces debía ser, desconociendo la naturaleza fundamental que con increíble lucidez sabía que me pertenecía. Mi cuerpo lo halló como incierto. Mi consciencia como inconcebible. Ambas mitades de pronto se repelen y por un efímero suspiro, lo que queda es un vacío carente de cualquier esencia. Las mitades en mí se han contado una mentira y a la vez, la han aceptado como la verdad indiscutible.

Al final de aquel camino distorsionado veo al fuego arder, encontrando la carencia de vida en éste. Hallo al viento, despojado de su voz. Es al toparme con su disonancia que mi cuerpo da por sí mismo con el final de una encrucijada sin rostro.

Son mis manos y el aliento en mí los que responden ante un suplicio. Si consigo extinguir el fuego carente de vida y acallar la sinfonía sin voz, lo es bajo el entendimiento de que algo se ha perdido.

Demoro lo que se tarda en llenar el pecho de aire, alcanzado por la fuerza de los elementos que se han revelado contra mí.

Pero resisto.

De la tierra pronto nacen árboles que desafiando al tiempo crecen hasta alcanzar la figura de aquellos robles viejos y orgullosos, de intrincadas ramas como laberintos. Me golpean al brotar de la tierra, lanzándome por encima de la mansión. La montaña me detiene y de pie en las tejas gastadas, alterando el viento entre la niebla como una lluvia, empiezan a caer armas de todo tipo como el granizo. Mazos enormes, de una sola pieza, con cabezas de duro acero o completamente elaborados de este. Espadas, cuchillos y dagas, flechas y cadenas azotan contra Sumiken y contra mí. Los árboles que han nacido acompañan a la llovizna que flagelan mi cuerpo y mi hogar.

[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora