[Capítulo 09]

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«La afinidad elemental es la expresión fundamental de la manipulación de flujo sobre la cual se han construido el entendimiento de la magia. Desconocida hasta por quienes fueron capaces de evocarla. Difiere de su contraparte, llamada convencional, que se rige por el estudio de pesados libros, de aprender símbolos intrincados, formas armoniosas y cuya función depende de aspectos artificiales. Además del uso meticuloso y razonamiento de las palabras, dichas o escritas. Al final quien posea el potencial latente podrá hacer uso de la magia. Lo que separa a la afinidad de esta. Ambas son maravillosas, ya que otorgan oportunidades extraordinarias a quienes las practiquen. Pero la afinidad a los elementos cuenta con grandes diferencias una vez que se presenta un poco de perspectiva. La más notable siendo que no se puede aprender por quienes no la posean desde nacimiento. Se tiene o no se tiene. Es algo que no se puede eludir o alterar. No hace falta el estudio intensivo, mas es pertinente el control sobre la mente y el cuerpo. La maestría de la magia y la afinidad es extensa pues bien, la que se conoce como convencional crea la oportunidad y el camino. Es capaz de crear grandes proezas de la nada o de poco, lo cual consigue hacer que la afinidad brille. Aun si esta no puede crear el camino por sí sola, aun si es incapaz de crear la oportunidad sin un comienzo, tiene la capacidad de manejar los numerosos y extensos caminos en su haber. Es lo básico de lo fundamental. Es eso que se ha olvidado. Lo que posees tú, Kenro

9
Querida respuesta

Al finalizar el juicio supe que tenía las horas contadas. Sin opción de poder meditar con detenimiento lo que mis decisiones traerían de apresurarlas. Aun con el impacto de la noticia y de saber que la villa marcaría mi nombre como el de un asesino, no fui capaz de sentir arrepentimiento o vergüenza. Lo que no se debe malentender. Tras años de vida como híbrido supe de antemano lo difícil, por no decir improbable, que el encajar entre los tengu implicaba. Con el tiempo se tienden a olvidar esos y otros aspectos que sin más se vuelven banales. Además de que no es como si hubiese sido capaz de actuar o intervenir en la sentencia. De modo que conforme el fin de mi vida en la villa se acercaba y con menos de un día en las manos, tuve que planear cada uno de mis movimientos. Tuvimos.

Los cuatro acordamos encontrarnos en el hogar de Momiji al terminar el juicio. Sin importar cual fuera el resultado. Entonces allí se anunció que sería escoltado de vuelta a un punto del cual partiría a la mañana siguiente. Momiji esperaba fuera manteniendo la compostura, lo que me hizo deducir que aquella orden había sido manejada por Takeno. Él y Aya se quedaron todavía más tiempo en asuntos del alto mando.

Momiji y yo aguardamos en silencio durante una angustiosa hora hasta que ambos se presentaron. Él sostenía la puerta, aunque Aya sólo nos veía desde el exterior.

—¿Estás segura de que irás tú? —decía Takeno—. Debería ir yo.

—Tengo que aprovechar cada minuto que me quede con privilegios —mencionó Aya—. Además que debo recoger unos recados.

Tuve la suerte de que Aya se detuviera unos segundos al ver que me asomé hacia la puerta. Apenas me sostuvo la mirada con una cabezada, tomando eso que le entregaba con una palma abierta. Un trozo de papel. Había demorado más en tomarlo que extender las alas y desaparecer en dirección hacia el centro de la villa. Al darme la vuelta vi a Takeno con una expresión lúgubre, así como a Momiji con una de asco.

—Se pensaría que la comunidad cuenta con integrantes de juicio pleno e imparcial —exclamó—. Shirota le mostraría los colmillos a todo aquel no-tengu que se atreviera a mirarla, sin decir hablarle.

—Lo mataría —terció Takeno—. Ni siquiera se molestaría en mostrarle una señal de advertencia.

Momiji contuvo un grito, apretando los nudillos y haciéndolos sonar.

[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora