[Epílogo]

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Música silenciosa

La primavera regresó. Con el inicio del año su terso abrazo se apreció aletargado, cubriendo el rededor de verdeante inocencia de días que se acercan con la promesa de quedarse. Durante el júbilo de la temporada, máxima en todo momento, resultaba ser escaso aquello que perturbara su canción. De haber quietud las risas hubieran resonado entre los campos como una sola, con su suave melodía acariciando aquella calma que yacía imperturbable. Si el alto entre las pisadas incesantes sobre el césped, de juegos y canciones se hubiera detenido, a esas risas no les quedaría más que retroceder tímidamente hasta desaparecer.

Pero nadie más habitaba ese sitio en donde su melodía reina absoluta. Nadie más que él.

Le pertenecía a un hombre quien miraba hacia el cielo como si este le entregara secretos. Agotado, maltrecho y sucio, descansaba al borde del camino. La cadencia que le acompañaba era extensa y terrible, suave y gentil como el frío susurrante. Como el trueno en su interior.

El cansancio le evadía desde lo que aparentaban días, siempre mirando hacia el mismo árbol. Y aún si la luna fuese su luz, él admiraba su sombra.

Allí nada ni nadie perturbaba aquello que era suyo. Excepto él, puesto que le pertenecía. En su semblante se refleja la espera que con el tiempo arde, una cuyo resultado se ha vuelto inevitable.

[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora