[Capítulo 21]

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Contaba con la aptitud de ser moldeado a conveniencia del bien mayor, uno propio y sin otro motivo más allá del beneficio personal. En mi resolución no existía forma de sentimientos tóxicos u honestos, pues carecía de aquella motivación más allá de una sencillez absoluta que guiara mis decisiones. Fui llevado más bien por un deseo bienintencionado e inocente, mismo que retuvo las posibilidades de alcanzar un fin mayor. Mucho de lo que por tanto ayudó a definirme me puso en ese camino. Lo sabía, aprendería a convertir esa visión con la que por tanto cargué, de volver todo en parte de una existencia y así, poder contemplar el comienzo de los ecos de mi vida.

21
Juego de viento

Un golpe en seco me devolvió al estado de alerta al cual siempre acostumbré a llevar viviendo en la montaña. Caí como saco de harina, despertando por el zarandeo.

—¡Perdón! —gritaba Sanae—. No fue mi intención.

—¿Tenías que lanzársela? Lo ves absuelto del mundo y se la tiras a la cabeza.

Opté por sentarme ahí mismo, levantando una gran pelota roja que rodaba en mi dirección. Lo que sin complicaciones, me derribó. Se las mostré alzando una ceja.

—Decía que las usaríamos para la introducción al dominio del viento.

—'Ahí va' dijo ella. Te la lanzó y tú... «PUM».

Al sostenerla sentí un poco de vergüenza por haber sido derribado con la misma. No contaba con ninguna peculiaridad fuera de cualquier otra pelota, un juguete que cualquier niño del mundo exterior o de la aldea podría tener. Quizá era un poco más grande de lo normal y ligeramente más pesada. Después de un par de intentos pude mantenerla girando sobre un dedo.

—¿Las usaremos?

Sanae se le quedó mirando a cómo la hacía girar, intercambiando la mirada entre ésta y conmigo. Apuntó hacia otro lado.

—Son más de una. Las iré a buscar en un segundo.

Aún sin quitar la vista de la pelota girando se fue hacia otro lado de la zona, buscando por entre los postes y los árboles por las mismas pelotas que sostenía yo. Juntó de una en una hasta hacer cinco más. Se le caían de los brazos y hasta pateaba éstas como toda una deportista.

Parecía que se la pasaba bien, mas de pronto dejó caer todas al suelo.

—Observa lo que hará —dijo Suwako sentándose junto a mí, agarrando la pelota que giraba.

Alcé los brazos para hacerle saber que recibiría cada una si decidía patearlas. Sacudió la cabeza con serenidad, alzando una mano a la altura del pecho, estirando ligeramente una pierna hacia atrás, moviendo los dedos de su mano al frente y acomodando la espalda a su posición con cada una de sus extremidades siguiéndole. Lo hizo con tal fluidez que en su lugar dio la impresión de haber acomodado su postura. La pequeña muestra del elemento viento fue como ver a alguien respirar, lo que en cierto modo no hallé como un descubrimiento inusual. La manera en que respiró y en que cada movimiento siguió ese paso marcado, eso fue lo curioso. Una cadena de reacciones, asimilando ser un solo movimiento que el cuerpo llevó a cabo de manera natural. No hubo esfuerzo en el trazo de sus manos y piernas, siendo que ella por completo se movió como un delicado suspiro. Las cinco pelotas se alzaron por el aire y le siguieron al irse acercando en donde estábamos Suwako y yo.

—¿Qué te parece esta? —preguntó, haciendo que una de las cinco avanzara—. Ten cuidado, es pesada.

—No realmente —dije, girándola también—. En comparación a la primera claro, lo es. Pero son bastante ligeras.

[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora