[Capítulo 49]

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«Una esencia ansía a otra, jamás proclamándola para sí».

Efuruto guardaba consigo dichas palabras no como un secreto ni mucho menos una ilusión. Se refirió a éstas como una verdad nativa de mi mundo, declarando que con ellas logró desafiar el rumbo de su naturaleza, cambiándola. Inaudito y sin precedentes para su raza. Le habían otorgado la oportunidad de un sueño, de concebirlo más allá de su visión inicial. Eso que yo también buscaba.

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Anhelo inherente

Se dio por la falta de un motivo en mí o la carencia de profundidad a los conocimientos que creía tener sobre mi persona. Tal vez ambas razones a fin de cuentas llevaron a que Efuruto viviera con nosotros en la mansión. Nada al respecto fue estipulado o anunciado, sea entre los tres o bajo su propia volición, pues siendo su maestro y ella habiendo jurado lealtad a mí hasta cumplir los deseos de mi ser, es que estábamos atados el uno al otro por el plano inmaterial.

Pero aun viviendo en la mansión, daba la sensación de que a la vez no lo hacía.

Al principio fue habitual no verla del todo. En ocasiones solíamos saludarla por las mañanas, no viéndola dos veces seguidas ese mismo día. Se ocupaba del cofre y el plano en su interior, perdiéndole rastro al tiempo. O eso afirmaba. Trabajaba incansablemente transformando el plano inmaterial a la visión más cercana dentro de sí. La labor solía frustrarla a tal punto que optaba permanecer dentro y ocultarse. Entonces no la hallábamos aún si yo mismo la llamaba o abría el cofre. La situación cambiaba cuando avanzaba en su cometido, cantando por una pequeña victoria. Entonces podíamos hallarla paseándose por el jardín o conversando con alguno de los tres.

No demoró en que su presencia en la mansión se reconociera como parte de ésta. Dejó de ser ajena rápidamente, hallándola amena y divertida con el paso del tiempo. Y es que Efuruto había vivido incontables vidas, lo que se traducía a un sinfín de historias, todas desconocidas. Conocía toda clase de secretos sobre el mundo humano los cuales nos reveló sin recelo ni remordimiento. Aun si desconocíamos en gran medida sobre mi mundo, igual y nos asombró con los relatos que contaba cada día en las comidas y por las noches también.

Y mencionando la comida, nos deleitó con increíbles platillos de tierras lejanas y eras casi olvidadas. Tras la decisión de pasar cada vez más tiempo con nosotros, se presentó un abanico de sorpresas que ninguno pudo predecir. Estos no fueron deseos, sino expresiones de gratitud de parte de Efuruto. Vi tantos platillos de tantas partes del mundo que de otro modo jamás hubiera podido presenciar. Entradas, platos fuertes, postres y hasta entremeses. Ciertas comidas las acompañamos con digestivos de bebidas finas, botellas y cosechas que ni los reyes más acaudalados o sacerdotes más corruptos podrían haber degustado en sus vidas. Aunque creo que la sorpresa más grande fue una ocasión en donde nos encontramos probando numerosos platos con porciones diminutas de comida pero de sabores condensados y elevados a un nivel inimaginable, maravillando al paladar con sazones exóticos, al igual que fragancias y colores inconcebibles. Obras de arte en toda definición, poco convencionales y casi mágicas.

Haber comido más de un día seguido así parecía ser irreal. Pocos podrían haber gozado de esa suerte.

Entonces no lo admití abiertamente, pero tuve celos de la facilidad con la que los presentó, así como envidia de esa habilidad que pudo presenciar antes para replicar dichos platillos con sólo un chasquido. Pero claro, en vez de rezagarme y sentarme de brazos cruzados a ser superado, me presenté durante cada comida con cuaderno en mano, listo para aprender de la experiencia y cruzar esos nuevos límites. Después de todo, debía cumplir con mi papel como el chef de Hakugyokurou.

Así como debía cumplir en Gensokyo. La posible pista hacia la historia oculta de Sumiken me garantizaba poder visitar a Keine, algo que no desaproveché y que incluso esperaría con cada ciclo transcurrido. Más allá del deber, como legítimo tiempo de caridad con ella. Durante la primera visita me presenté en la escuela durante uno de los días sin clases, con dulces como obsequio además de la disposición de ayudar si hacía falta. Entonces Mokou no estuvo con ella, mas Keine mencionó que lo estaría desde entonces si le confirmaba los días en que la visitaría.

[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora