El resplandor de la luna sobre Yamanashi y el efímero rastro de las estrellas aplacado por el brillo de intensidad artificial revelaron una verdad en común. Que la ciudad había crecido y que el extenso cielo que sin secretos por revelar le cubría, daba lugar a un camino de luces rutilantes que incitaban a contar su historia como les conviniera. Que como ellas siguiera su razón de ser. Que entonces el fin justificara los medios.
53
Prescripción de locuraLa ira continuó avivándome aun tras haber hallado el final de la noche. Sin aquello que la apaciguase y en arrebato de los reproches de una vida pasada, me apresuré a los exteriores de la mansión. Sin rumbo fijo u otro objetivo más que el de ser. La vista desde aquel lugar era maravillosa por sí sola, extensa y sorpresivamente gentil gracias al velo de la noche tanteado por las luces del horizonte. A lo lejos se apreciaban las siluetas pertenecientes a un relieve familiar, no del todo conocido sino que recordado en retrospectiva y que hasta así, palidecía a causa de la ciudad debajo. Las luces en ella corrían por el horizonte, escapando de sí mismas entre sueños despiertos de su gente.
Había tenido suficiente y el día ni había acabado. Regresé a la mansión tras vagar por la montaña sólo hasta cuestionarme si acaso, alguna vez, había sido tan silenciosa y vacía. Ya no podía discernir entre lo acertado y lo que creí alguna vez pudo serlo.
——
——La sensación y certeza de que había un cometido el cual cumplir reemplazó toda necesidad en mí. En lugar de dar por terminada la noche, asentando la cabeza en mi habitación por lo que fueran las escasas horas hasta el amanecer, decidí primero regresar a la habitación oculta e indagar más en ésta. Tuve un saludable interés por algunos de los documentos mejor guardados, mismos que probaron su utilidad tras repasarlos a la luz de mi fuego, mas el resto resultaron ser por completo irrelevantes.
Saqueé el lugar. No hay distinción o desambiguación en lo que hice, tomando todo aquello que predije me sería de utilidad. Es por eso que me hice con unas cuantas espadas, tres de las mejores. Me alivió saber que no eran sólo adornos extravagantes, aunque bien ninguna estaba elaborada de buen acero tengu. Y por supuesto, ninguna era ni cercana a Sumiken. Eran sorpresivamente elegantes, pero no las elegí por los adornos ni decorados.
En algún momento di con un juego de cuchillos arrojadizos, uno con varias piezas que de hecho probé tirando hacia la pared. Resultaron ser fáciles de sostener, guardar y por supuesto, de lanzar. No quise encariñarme con estos, pero mentiría si dijera que no me puse la caja debajo del brazo con cierto cosquilleo en el estómago.
Por último tomé una de las máscaras colgadas en la pared. Me adueñé de la primera que encontré cómoda, lo que es decir que ninguna de las otras lo eran. Esa apenas cubría la mitad del rostro, contrario a las otras que lo ocultaban por completo. Aquella dejaba los ojos al descubierto, era negra con grandes colmillos de oni saliéndole de una mueca sardónica. Al ver su expresión decidí probármela una vez delante de un espejo, encontrando en el reflejo perdido entre aquel desastre una sonrisa acorde a la situación.
Desde entonces y hasta que la calidez y luz del sol empezaron a colarse al interior de mi habitación, me apegué a la misma conclusión que horas atrás vi como la indicada. No expresaría anhelo alguno respecto a descubrir el pasado de mi familia y el de Yuyuko-sama, así como haría a un lado los hechos relevantes a la existencia de Suu. Aún debía lidiar con el presente como para empezar a querer descubrir el pasado. Entre todo, ni siquiera estaba seguro sobre cómo empezar aquel día.
Con Efuruto le daría orden a este, además que estaba por despertar. Aunque por supuesto, no fue casualidad. Pasé horas aguardando a que sucediera, con momentos en los que pensé despertaría horas más tarde quizá en pleno día, la noche o en medio de los trazos de la madrugada del día siguiente en donde la misma oscuridad continúa presente.
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[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.
أدب الهواة[東方] 𝐇𝐚𝐧𝐲𝐨𝐮 𝐧𝐨 𝐦𝐨𝐧𝐨𝐠𝐚𝐭𝐚𝐫𝐢: 𝐉𝐢𝐧𝐬𝐞𝐢 𝐧𝐨 𝐡𝐢𝐛𝐢𝐤𝐢. Soñé con la luna y el filo de su figura, con el aroma de las flores y el sereno de las mañanas. Conocía el nombre de la oscuridad. La llamaba y ella acudía a mí. Su nombre...