145. 𝗟𝗔 𝗛𝗨𝗜𝗗𝗔

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.ciento cuarenta y cinco

Los guardias y la princesa guiaron al enano por los pasillos, hasta llegar a una de las muchas puertas del castillo, la cual era de color blanco y con detalles de oro y plata

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Los guardias y la princesa guiaron al enano por los pasillos, hasta llegar a una de las muchas puertas del castillo, la cual era de color blanco y con detalles de oro y plata.

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó el enano, una vez los guardias abrieron las puertas, dejando ver una habitación muy costosa y hermosa—. Esto está lejos de ser un calabozo.

Observó a todos lados con asombro, todo era blanco y con decoraciones doradas. Un candelabro de diamantes colgaba del techo.

—Quitenle las esposas —ordenó Lucy.

Lexa se había ido a su pueblo luego de que Destripador hubiera llegado con su mano derecha, Edna, como si el fin del mundo hubiera comenzado. Lucy no tuvo tiempo de preguntar qué sucedía, ya que Lexa se despidió y tuvo que ir al traslador con ambos.

—Eso es —murmuró Gerald, frotando sus muñecas una vez le quitaron las esposas.

—Gerald Le Brun —lo llamó Lucy, haciendo que él girara a verla—. Por órdenes de la princesa, o sea yo, decreto que serás mí Consejero Real, desde hoy hasta el día que renuncies o yo muera.

—Oye, oye... —Gerald alzó su mano para interrumpirla, la miró confundido—. ¿Qué?

—Acepta y tendrás un lugar en el castillo, hoy más que nunca necesito de un consejero —habló Lucy—. Y tú haz vivido en la desgracia...

—Que linda —murmuró el enano.

—Me ayudarás a saber todo sobre nuestro pueblo —dijo Lucy, colocando sus manos entrelazadas por detrás de su espalda—. Me ayudarás a qué mí reinado sirva para nuevas y mejores costumbres —alzó ambas cejas, haciendo un gesto de desinterés—. Acéptalo y tendrás riqueza y lo que pidas, rechazalo y no sabré qué sucede verdaderamente en el pueblo, sin mencionar que seguirás en la miseria.

Gerald entrecerró sus ojos, mirando a la princesa y pensando.

—¿Te han dicho que eres persuasiva?

Lucy sonrió levemente con orgullo.

—No, eres el primero que se da cuenta —respondió.

—¡Bien! —aceptó el hombre, alzando sus manos—. ¡Pero...! Me quedo con esta habitación, quiero treinta mil dólares por semana y... compañía.

—Olvídalo, no traeré prostitutas al palacio —se negó Lucy.

—Lo intenté —se encogió de hombros el enano.

—El pin —le dijo Lucy a uno de los guardias.

Uno de los guardias se adelantó, hasta quedar frente a ella y le entregó un pin de oro con el símbolo de los Winters. Lucy se agachó hasta quedar a la altura de Gerald, y le colocó el pin en el lado izquierdo de su... su tela sucia que usaba como camisa.

✓ DRAGONS, harry potter [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora