✓ DRAGONS, harry potter [#1]

c.002: Sara McGregor.

Pasó bastante tiempo desde la entrega de la carta, Lucy no volvió a mirarla la había olvidado y pensaba que esa broma había quedado atrás. Eso pensó hasta que una mañana apareció una mujer mayor con un sombrero puntiagudo frente al orfanato.

—¿Desea adoptarla? Porque nos haría un gran favor, señora. No es muy complicada, solo debe darle comida y algo para tomar, será suficiente hasta los dieciocho años.

La hermana Alba intentaba convencer a la recién llegada de que se llevara a la niña pelirroja.

—Oh, no, se confundió —habló la mujer—. No vine a llevarme a nadie, señorita. Vine a hablar.

—¡Ay, lo sabía! —volteó a ver a la niña con los brazos cruzados—. Sabía que no podías estar sin empezar un lío, niña. Verás que te quedarás en tu habitación hasta mañana.

—No —la interrumpió bruscamente la mujer que tomó asiento en el sillón—. Lucinda es una niña extraordinaria.

La hermana miró de arriba a abajo a la pelirroja.

—¿Ella?

—¿Yo?

—Así es —asintió con una pequeña sonrisa.

—Ay, ya, diga a qué vino —se quejó la hermana sin creerle—. Tengo demasiadas cosas que hacer, debo encargarme de todas esas niñas y sus berrinches.

—He enviado una carta hace un tiempo —la mujer que anteriormente se presentó como Minerva McGonagall, le extendió una carta a la niña, la cual la tomó con duda—. La respuesta estaba tardía y supusimos que tuvo complicaciones...

—¿Carta? ¿Respuesta? ¿De qué habla usted? —Alba miró de McGonagall a Lucy esperando una respuesta del aire.

Lucy de dispuso a ver la carta, era exactamente como la que recibió tiempo atrás.

"COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA"

"... dispone de una plaza en el colegio..."

"... esperamos su respuesta antes del 31 de julio."

"Muy cordialmente, Minerva McGonagall."

Apartó su mirada de la carta y miró a la mujer con ojos envueltos en sorpresa.

—Usted envió la carta.

—Así es, ahí mismo lo puse. Debí imaginar que tendría complicaciones para entender la situación.

—Realmente no entiendo nada.

—Yo tampoco —habló Alba, quien le había arrebatado de las manos la carta a la niña.

—No es tan complicado, Lucinda...

—Lucy.

—La carta por sí misma lo dice todo.