54. ¡𝗡𝗢 𝗟𝗔 𝗧𝗢𝗤𝗨𝗘𝗦!

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.capítulo cincuenta y cuatro

                        LOS DÍAS PASARON, Lucy había comenzado a seguir las reglas pero dolor por su madre ya que cuando cenaban o almorzaban junto a su "abuela", la mirada fulminante de Lucy no pasaba desapercibida para las dos mujeres

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                        LOS DÍAS PASARON, Lucy había comenzado a seguir las reglas pero dolor por su madre ya que cuando cenaban o almorzaban junto a su "abuela", la mirada fulminante de Lucy no pasaba desapercibida para las dos mujeres.

  O en cualquier momento que se cruzará con Lucinda I, parecía como si desease que un piano me cayera encima.

—Recuerda, Lucy, yo no soy la que lidera verdaderamente el reino.›

  Recordó Lucy las palabras de Katherine, sabía que Lucinda I trataba como a una muñeca a Katherine, y había comprendido el comentario de Vesta.
  Habían miradas que le mandaba Lucinda I a Katherine que Lucy no pasaba por alto.

⟨«Esa maldita debe pudrirse en el infierno»⟩.

  Nunca había deseado la muerte de alguien con tanto anhelo.

  Era Jueves por la tarde, y Lucy entraba al salón del trono, dónde su madre debía pasar la mayoría de su tiempo para recibir las peticiones de los habitantes.

  La pelirroja frunció su ceño con asco al ver a la mujer de cabello oxidado parada frente a Katherine.

—¿Qué haces aquí, niña? —preguntó Lucinda I, mirando a Lucy con asco.

  El asco era mutuo.

—Vine por mi madre, no por usted —soltó Lucy, tratando de contenerse la palabra «Perra».

—¿Cómo te atreves, mocosa? —preguntó enojada la mujer, trató de acercarsele levantando su mano con sus uñas afiladas, largas y de oro, pero Katherine habló antes:

—¡No la toques! —ordenó Katherine, levantándose de su trono.

  Su madre se giró a mirarla.

—¿Me estás dando una orden? ¡Yo soy tu madre! —exclamó, caminó rápidamente hasta donde estaba Katherine y la empujó, en su débil estado, Katherine se volvió a sentar en el trono por el empujón.

—¡No la toque, sucia bruja! —gritó Lucy histérica.

  Lucinda I se alejó de Katherine sonriente y mirando a Lucy.

—La niña tiene agallas —rió Lucinda I, luego miró a Katherine—. Es como tú —dijo de reír para ponerse seria—, tendré que moldearla.

  Katherine la miró fulminante y Lucy corrió para ponerse a su lado, mientras Lucinda I sonreía con amargura, pero antes de que alguien vuelva a hablar, las puertas del salón se abrieron de un portazo impresionante y un viento azotó el lugar, Katherine abrazó a Lucy para protegerla del fuerte viento, mientras que Lucinda I se tapaba el rostro con sus brazos.

  Cuando él viento se detuvo, una voz masculina se hizo presente:

—¡¿Dónde está Lucy?! —gritó la voz de una persona que Katherine podía reconocer desde lejos.

✓ DRAGONS, harry potter [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora