48. 𝗗𝗨𝗘𝗟𝗢𝗦

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.capítulo cuarenta y ocho

                      LA NOTICIA DE QUE habían atacado a Colin Creevey y de que éste yacía como muerto en la enfermería se extendió por todo el colegio durante la mañana del lunes

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                      LA NOTICIA DE QUE habían atacado a Colin Creevey y de que éste yacía como muerto en la enfermería se extendió por todo el colegio durante la mañana del lunes.

  El ambiente se llenó de rumores y sospechas. Los de primer curso se
desplazaban por el castillo en grupos muy compactos, como si temieran que los atacaran si iban solos.

  Ginny Weasley, que se sentaba junto a Colin Creevey en la clase de Encantamientos, estaba consternada, pero a Lucy le parecía que Fred y
George se equivocaban en la manera de animarla. Se turnaban para
esconderse detrás de las estatuas, disfrazados con una piel, y asustarla cuando pasaba. Pero tuvieron que parar cuando Percy se hartó y les dijo que iba a escribir a su madre para contarle que por su culpa Ginny tenía pesadillas.

  Mientras tanto, a escondidas de los profesores, se desarrollaba en el
colegio un mercado de talismanes, amuletos y otros chismes protectores.
Neville Longbottom había comprado una gran cebolla verde, cuyo olor decían que alejaba el mal, un cristal púrpura acabado en punta y una cola podrida de tritón antes de que los demás chicos de Gryffindor le explicaran que él no corría peligro, porque tenía la sangre limpia y por tanto no era probable que lo
atacaran.

—Fueron primero por Filch —dijo Neville, con el miedo escrito en su cara redonda—, y todo el mundo sabe que yo soy casi un squib.

  Durante la segunda semana de diciembre, la profesora McGonagall pasó, como de costumbre, a recoger los nombres de los que se quedarían en el colegio en Navidades. Harry, Ron y Hermione firmaron en la lista; habían oído que Malfoy se quedaba, lo cual les pareció muy sospechoso. Las vacaciones serían un momento perfecto para utilizar la poción multijugos e intentar sonsacarle una confesión.

  Por desgracia, la poción estaba a medio acabar. Aún necesitaban el
cuerno de bicornio y la piel de serpiente arbórea africana, y el único lugar del que podrían sacarlos era el armario privado de Snape.

—Lo que tenemos que hacer —dijo animadamente Hermione, cuando se
acercaba la doble clase de Pociones de la tarde del jueves— es distraerle con
algo. Entonces uno de nosotros podrá entrar en el despacho de Snape y agarrar lo que necesitamos. —Harry y Ron la miraron nerviosos, mientras que Lucy asentía decidida en su objetivo, luego se dió cuenta de los gestos de los otros dos y ella dijo:

—Creo que es mejor que me encargue yo misma del robo —dijo Lucy, Hermione asintió, sabiendo que Ron y Harry cometerían algún error.

  Harry sonrió tímidamente. Provocar un tumulto en la clase de Pociones de
Snape era tan arriesgado como pegarle un puñetazo en el ojo a un dragón dormido.

  Las clases de Pociones se impartían en una de las mazmorras más
espaciosas. Aquella tarde de jueves, la clase se desarrollaba como siempre.
Veinte calderos humeaban entre los pupitres de madera, en los que
descansaban balanzas de latón y jarras con los ingredientes. Snape rondaba por entre los fuegos, haciendo comentarios envenenados sobre el trabajo de los de Gryffindor, mientras los de Slytherin se reían a cada crítica. Draco Malfoy, que era el alumno favorito de Snape, hacia burla con los ojos a Ron y Harry, que sabían que si le contestaban tardarían en ser castigados menos de lo que se tarda en decir «injusto».

✓ DRAGONS, harry potter [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora