✓ DRAGONS, harry potter [#1]

22. 𝗔 𝗧𝗥𝗔𝗩𝗘́𝗦 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗧𝗥𝗔𝗠𝗣𝗜𝗟𝗟𝗔²

.                     Lo único que podían oír, además de sus pasos, era el goteo del agua en las paredes. El pasadizo bajaba oblicuamente.

—¿Oyes algo? —susurró Ron a Harry.

Harry escuchó. Un leve tintineo y un crujido, que parecían proceder de delante.

—¿Crees que será un fantasma? —preguntó Lucy en un susurro, llegando al lado de Harry.

—No lo sé... a mí me parecen alas —susurró Harry en respuesta.

Llegaron hasta el final del pasillo y vieron ante ellos una habitación brillantemente iluminada, con el techo curvándose sobre ellos. Estaba llena de pajaritos brillantes que volaban por toda la habitación. En el lado opuesto, había una pesada puerta de madera.

—¿Creen que nos atacarán si cruzamos la habitación? —preguntó Ron.

—Es probable —contestó Harry—. No parecen muy malos, pero supongo que sí se tiran todos juntos... Bueno, no hay nada que hacer... voy a correr.

—¡¿Qué?! —exclamó Lucy por lo bajo. Iba a detener a Harry, pero fue demasiado tarde.

Harry se cubrió la cara con los brazos y cruzó corriendo la habitación. Alcanzó la puerta sin que lo tocaran. Movió la manija, pero estaba cerrada con llave.

Los otros tres lo imitaron. Tiraron y empujaron, pero la puerta no se movía, ni siquiera cuando Hermione probó con su hechizo de Alohomora.

—Genial, cerrada —bufó Lucy.

—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Ron.

—Esos pájaros... no pueden estar sólo por decoración —dijo Hermione

Observaron los pájaros, que volaban sobre sus cabezas, brillando... ¿Brillando?

—¡No son pájaros! —dijo de pronto Lucy—. ¡Son llaves! Llaves aladas, miren bien —los otros tres observaron mejor los pájaros y sin duda, Lucy tenía razón.

—Eso debe significar... —dijo Harry. Miró alrededor de la habitación, mientras los otros observaban la bandada de llaves—. Sí... Miren ahí. ¡Escobas! ¡Tenemos que conseguir la llave de la puerta!

—¡Pero hay cientos de llaves! —exclamó Ron

Lucy examinó la cerradura de la puerta.

—Tenemos que buscar una llave grande, antigua, de plata, probablemente, como la manija —dijo la pelirroja, ganándose una mirada extrañada por parte de sus amigos—. ¿Qué?

—Vaya... Sí que tienes una asombrosa vista —dijo Hermione.

—Seguramente lo saqué de algún... familiar —se encogió de hombros—. ¿Y bueno? ¿Qué esperan? ¡Andando!

Cada uno agarró una escoba y de una patada estuvieron en el aire, remontándose entre la nube de llaves. Trataban de atraparlas, pero las llaves hechizadas se movían tan rápidamente que era casi imposible sujetarlas.