9. 𝗟𝗨𝗖𝗬 𝗛𝗢𝗟𝗠𝗘𝗦

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               No estaban en una habitación, como ellos habían pensado

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               No estaban en una habitación, como ellos habían pensado. Era un pasillo. El pasillo prohibido del tercer piso. Y ya sabían por qué estaba prohibido.

Estaban mirando directamente a los ojos de un perro monstruoso, un perro que llenaba todo el espacio entre el suelo y el techo. Tenía tres cabezas, seis ojos enloquecidos, tres narices que olfateaban en dirección a ellos y tres bocas chorreando saliva entre los amarillentos colmillos.

Estaba casi inmóvil, con los seis ojos fijos en ellos. El monstruoso perro comenzó a gruñir y esta vez fue Lucy la que agarró a Harry por el brazo, acercándolo a ella.

Harry abrió la puerta. Entre Filch y la muerte, preferían a Filch.

Retrocedieron y Harry cerró la puerta tras ellos. Corrieron, casi volaron por el pasillo. Filch debía de haber ido a buscarlos a otro lado, porque no lo vieron. Pero no les importaba: lo único que querían era alejarse del monstruo. No dejaron de correr hasta que alcanzaron el retrato de la Dama Gorda en el séptimo piso.

—¿Dónde se habían metido? —les preguntó, mirando sus rostros sudorosos y rojos y sus batas desabrochada, colgando de sus hombros.

—No importa... Hocico de Cerdo, hocico de Cerdo —jadeó Harry, y el retrato se movió para dejarlos pasar. Se atropellaron para entrar en la sala común y una vez allí, Lucy soltó el brazo de Harry, y se desplomaron en los sillones.

Pasó un rato antes de que nadie hablara. Neville, por otra parte, parecía que nunca más podría decir otra palabra.

—¿Qué pretenden, teniendo una cosa así encerrada en el colegio? —dijo finalmente Ron—. Si algún perro necesita ejercicio, es ése.

Hermione había recuperado el aliento y el mal carácter.

—¿Es que no tienen ojos en la cara? —dijo enfadada—. ¿No vieron lo que había debajo de él?

—¡Oh, sí! Ahora que lo dices... habían restos de carne a sus lados —dijo Lucy asintiendo, Ron y Neville temblaron ante el comentario de la pelirroja.

—No, eso no —negó Hermione.

—¿El suelo? —sugirió Harry—. No miré sus patas, estaba demasiado ocupado observando sus cabezas.

—No, el suelo no —volvió a negar Hermione—. Estaba encima de una trampilla. Es evidente que está cuidando algo.

Hermione se puso de pie, mirando a Harry y Ron indignada.

Lucy trató de imitarla, así que se levantó también del sillón y se cruzó de brazos. Tratando de poner una cara seria.

—Espero que estén satisfechos —dijo Hermione—. Nos podía haber matado. O peor, expulsado. Ahora, si no les importa, nos vamos a nuestras camas.

Lucy se señaló a sí misma.

—¿Yo también?

—¡Sí, ambas! —dijo Hermione y la agarró del brazo, comenzó a arrastrarla en dirección a las escaleras.

✓ DRAGONS, harry potter [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora