✓ DRAGONS, harry potter [#1]

25. 𝗟𝗔 𝗠𝗔𝗗𝗥𝗜𝗚𝗨𝗘𝗥𝗔

          Por la noche, Sophie y Lucy había salido de su habitación, con las maletas de Sophie. Caminaron en puntilla de pie y bajaron las escaleras, atravesando el living y un corredizo hasta dar con la puerta de la salida. Lucy abrió la puerta y salió de allí, Charlie las esperaba fuera, pero Lucy se detuvo a medio camino de la acera  al percatarse de que Sophie se detuvo frente a la puerta cerrada, viendo el orfanato con mirada de melancolía.

—Sophie —la llamó Lucy en susurros—, ¿qué, mier... —Charlie tosió al escuchar a la menor a punto de decir una mala palabra, por lo que Lucy giró sus ojos y miró con insistencia a la castaña—. ¡Apresúrate! —susurró desesperada.

Sophie se giró hacia ellos, sin quitar esa mirada.

—No estoy segura de dejarlos solos —dijo Sophie en un susurro.

Lucy soltó un suspiro cansada y harta.

—¡Estarán bien! ¡Sólo ven, rápido! —susurró la pelirroja, extendiendo su mano.

Sophie dió una última mirada al orfanato y agarró la mano de la niña, asintiendo con la cabeza. Lucy se giró a ver a Charlie.

—¿Estás seguro de que eras bueno en apariciones cuando ibas al colegio? —preguntó la niña un poco preocupada.

—El mejor —asintió el pelirrojo sonriente. Extendió su brazo izquierdo hacia ella—. Sostenganse fuerte y no se suelten —ordenó y advirtió.

—Si morimos quedará en tu conciencia —dijo Sophie de mala gana, agarrándolo del brazo derecho, mientras Lucy hacia lo mismo pero con el izquierdo.

—Créeme —dijo Charlie mirándola de reojo—, no dejaré que mueran.

Ambos se quedaron mirandose unos segundos, mientras Lucy rodaba los ojos y pisaba una y otra vez el suelo con nerviosismo y ansiedad.

—Ya déjense de idioteces —gruñó la pequeña, girando los ojos—. Vayamos de una vez.

Y sin más.

Una nueva aventura había comenzado.

🐍

                  Lucy, Charlie y Sophie habían reaparecido frente a la madriguera, pero para desgracia de Lucy y Sophie. Amabas habían terminado mareadas ante ello.

—Creo que vomitaré —murmuró Lucy, doblada sobre sí y con sus manos en sus rodillas, mientras escondía la cabeza en uno de los muchos pastizales del lugar. Se tapó la boca y las ganas de vomitar desaparecieron—. No. Olvidenlo —dijo levantando su mano, y quitándole importancia.