64. 𝗛𝗜𝗣𝗢𝗚𝗥𝗜𝗙𝗢

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.capítulo sesenta y cuatro

                     A LUCY LE ENCANTÓ SALIR DEL CASTILLO después del almuerzo

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                     A LUCY LE ENCANTÓ SALIR DEL CASTILLO después del almuerzo. La lluvia del día anterior había terminado; el cielo era de un gris pálido, y la hierba estaba mullida y húmeda bajo sus pies cuando se pusieron en camino hacia su
primera clase de Cuidado de Criaturas Mágicas.

  Ron y Hermione no se dirigían la palabra. Harry caminaba al lado de Lucy, en silencio, mientras descendían por el césped hacia la cabaña de Hagrid, en el límite del bosque prohibido.

—¿Crees que se volverán a hablar? —preguntó Harry a Lucy, viendo a sus dos amigos  iban a unos pasos más adelante. Como si no se quisieran hablar, pero aún así se quedaban cerca.

  Rawraq observaba el paisaje desde el hombro de Lucy, viendo con la cabeza ladeada a todos los alumnos que caminaban directo al bosque.

—Son Hermione Granger y Ronald Weasley —dijo Lucy, agarrando el brazo de Harry mientras bajaban la colina—, se volverán a hablar aunque no quieran.

  Sólo cuando Harry vio delante tres espaldas que le
resultaban muy familiares, se dieron cuenta de que debían de compartir aquellas clases con los de Slytherin. Malfoy decía algo animadamente a Crabbe y Goyle, que se reían a carcajadas. Harry creía saber de qué hablaban.

—Ignoralos —le susurró Lucy, soltando su brazo y caminando a su lado. Alguno alumnos miraban a Rawraq con admiración y otros con miedo.

  Hagrid aguardaba a sus alumnos en la puerta de la cabaña. Estaba impaciente por empezar; cubierto con su abrigo de ratina, y con Fang, el perro jabalinero, a sus pies.

—¡Vamos, dense prisa! —gritó a medida que se aproximaban sus
alumnos—. ¡Hoy tengo algo especial para ustedes! ¡Una gran lección! ¿Ya está todo el mundo? ¡Bien, seganme!

  Durante un desagradable instante, Harry temió que Hagrid los condujera al bosque; Harry había vivido en aquel lugar experiencias tan desagradables que nunca podría olvidarlas. Sin embargo, Hagrid anduvo por el límite de los árboles y cinco minutos después se hallaron ante un prado donde no había nada.

—¡Acerquense todos a la cerca! —gritó—. Asegúrense de que tienen buena visión. Lo primero que tienen que hacer es abrir los libros...

—¿De qué modo? —dijo la voz fría y arrastrada de Draco Malfoy.

—¿Qué? —dijo Hagrid.

—¿De qué modo abrimos los libros? —repitió Malfoy. Sacó su ejemplar de El monstruoso libro de los monstruos, que había atado con una cuerda. Otros lo imitaron.

  Unos, como Harry, habían atado el libro con un cinturón; otros lo
habían metido muy apretado en la mochila o lo habían sujetado con pinzas (como Lucy).

✓ DRAGONS, harry potter [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora