#Writer'sGayChallenge (SOLANGELO)

Lo quiero, no lo quiero [Flores]

El rubio hijo de Apolo despierta esa mañana, genuinamente agotado. No quiere mover un solo músculo, pero le toca el turno de la mañana en la enfermería por lo que darse un descanso no es una opción.
El día anterior le había tocado el turno de la noche también. Apenas había llegado a su cama y cayó inconsciente, tanto así que ni de ropa se cambió antes de meterse entre las mantas.

Dioses, tendría que hablar con Clarisse para que sus hermanos se alejaran de las matanzas por un rato. Demasiados heridos de corrido y él apenas tenía descandos desde hacía unas semanas ya.

Extrañaba pasar su tiempo libre con di Angelo...

Solo esperaba que al menos su amigo estuviera siguiendo todas sus instrucciones de alimentación adecuada y durmiendo sus horas apropiadas, aún si él no estaba ahí para catetearle.

Pero bueno, debe ir a cumplir con su deber. Estaba orgulloso de tener un poder con el que poder ayudar tanto a los demás y no rechazaría la oportunidad de hacerlo, solo por un rato de jugueteo con alguien especial. En ese sentido, era una persona tal vez demasiado abnegada. Y ese es su motor para recordarse que debe levantarse.

Abre los ojos con pesadez y debe cubrir su boca para no gritar.

— ¿¡N-Nico?! ¿Qué haces aquí?

El hijo de Hades está junto a la cama del rubio, con una taza humeante de café, esperando por él. Le regala una media sonrisa al verle despierto. Sus ojeras no están pronunciadas y su piel se ve saludable. Parece que ha estado siguiendo sus consejos, aún sin tenerle encima, lo cual hace feliz al rubio, aún cuando le abruma la sorpresa.

— Ya era hora, Sunshine. Creí que el café iba a enfriarse en lo que despertabas. — Will ladea la cabeza sin poder procesar del todo lo que está pasando. — Oí que en la enfermería están muy ocupados y eso, así que...- imaginé que podía servirte algo caliente para iniciar el día.

El hijo de Apolo siente como la gratitud ya caldea su pecho, por lo que tiene que contener el deseo abalanzarse sobre su amigo a abrazarlo. Solo le detiene el riesgo de que su regalo pueda derramarse.

— ¡Gracias, Sombritas! — Mientras recibe la taza, sonríe al hijo de Hades con tanta dulzura que el otro debe desviar la mirada.

— N-no es nada. — Avergonzado, el hijo de Hades se dedica a analizar los detalles del suelo de la cabaña de los hijos del sol — Tú me mantuviste vivo cuando casi no quedaban esperanzas. Lo menos que puedo hacer es pasarme por la enfermería de vez en cuando, para ver que necesitas ¿No?

Will sonríe para sí y lleva la taza a sus labios, para luego tomar un sorbo. Tenía justo la cantidad de azúcar perfecta para su gusto ¿Nico había prestado atención a las otras veces que tomó algo con él? ¡Eso era muy lindo de su parte!

Pero bueno, los cuentos no son eternos y el tictac del reloj se cierne sobre Will, recordándole  que debe encaminarse a la enfermería.

Se asegura de que el sorbo que dio es lo suficientemente grande como para poder correr con ella, o al menos caminar rápido sin perder el valioso líquido.

— Bueno, Sombritas. Muchas gracias por esto. Juntémonos cuando tenga tiempo libre. — Con energías renovadas, le revuelve el pelo a Nico en señal de gratitud divertida. Luego, agarra una muda limpia y se encamina hasta la enfermería sin siquiera despachar a di Angelo de su cabaña. — Hasta luego, Sombritas~

El hijo de Hades le observa partir y deja ir un suspiro de alivio. Lo había logrado. Había notado a Will cansado y las horribles mariposas esqueléticas le arrearon hasta que hizo algo lindo por él. Pero ahora estaba cansado. El rubio le había acostumbrado a unas buenas ocho horas de sueño, o similares. Y esa mañana tuvo que madrugar, para asegurarse de estar cuando él despertara. Además, puede que al rubio se lo hubiera dado en una taza y pareciera todo espontáneo, pero la verdad es que él tenía todo en un termo y tenía que servirlo con rapidez cada vez que el rubio daba señas de querer despertar.
Ahora le faltaba dormir, piensa con un bostezo pero, si fuera a su cabaña, su cama estaría fría, de seguro.