La red de un depredador [Fantasía Urbana III]

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La primera vez que le vi, pude notar como la cruz de la muerte se posaba detrás de su cuerpo. No literalmente claro, pero es la sensación que la experiencia me susurró en la nuca. Una vez que te quemas en el mundo sobrenatural realmente empiezas a tener un instinto para estas cosas. 

Por eso se me apretó el corazón. Era demasiado lindo como para solo merecer ser devorado y sin embargo estaba en mi camino con el cartel de victima en la frente, oculto tras los mechones azabache de su pelo desordenado. Pensé que tal vez si le daba algún susto se echaría para atrás, por lo que hice de testigo y le mostré a la policía donde estaba uno de los cuerpos, pero entonces solo acabe conociendo su nombre. Nico di Angelo. Que nombre más preciso, solo pude pensar para mi mismo en aquel instante. Con su pálida piel, su belleza y su actitud protectora tenía toda el aura de un ángel guardián que se ha posado en nuestro mundo. 

Pero era un ángel que moriría si seguía metiendo las narices donde no le llamaban. 

Yo intenté advertirle, de verdad. Pero la oveja ilusa no entiende que este rebaño tonto se destruye a si mismo intentando resolver con la ciencia los misterios de las criaturas de la noche. 

Le dije dónde están los cuerpos a la policía, los cientos de aldeanos a los que di entierro personalmente. Creí que temerían y dejarían el caso a la deriva. Que estúpido fui, subestimando la enfermiza curiosidad humana.
Al contrario, sus cerebros conectaron Daiville con las victimas y vinieron al patio de juegos de esta bestia en bandeja de plata, facilitando mi trabajo pero sellando sus destinos. 

Mientras le tengo en frente en el sitio donde tuvimos nuestra "cita", mi mente divaga sin poder concentrarme en lo que hablamos. Solo estoy perdido sintiendo una voz morbosa susurrando en mi nuca, mientras desgloso al individuo encantador frente a mí; "Con un cuello tan blanco, señor detective, ¿Qué tan bien lucirían las marcas de colmillos absorbiendo tu vida lentamente? Cuando tengas al drenador en frente ¿Suplicarás por tu vida? ¿Trataras de seducir el corazón con una promesa pecaminosa o te dejarás devorar con orgullo?" Un escalofrío de emoción recorre mi espalda y me doy cuenta de lo retorcida que está mi alma para aquel instante. Infinitamente me sorprende el como mi cordura y sanidad se han desintegrado hace eones y  ahora yo, Will Solace, solo soy una pútrida vasija del chico radiante que hace años solo existía, ajeno a la muerte y al lado oscuro de esta sociedad demónica que aguarda las calles nocturnas.  

Cuando le pregunto si es que posee balas de plata, - pues me imaginaba que mucho menos estarían benditas-, y contesta que son de las normales, confirmo finalmente que el encantador ángel sentenciado es un alma escéptica, cuyo culto a Darwin entrega su alma a la horca.  

Pobre oveja encantadora que danzaba con la muerte sin darse cuenta. Mi egoísmo piensa que sería más delicioso que bailara conmigo hasta quemarse en el paraíso. Ese es el deseo avaro de mi corazón, que se ve truncado cuando el otro me cuenta más de su situación y me confirma que no ha venido solo. 

Que la monja tiene compañía.

Irritación no es palabra suficiente para expresar mi cólera. 

Me recuerdo entonces que el paso uno en todas mis maquinaciones es acabar con la perra desgraciada que se me escapó aquella noche.

Y en medio de aquellos pensamientos es que me doy cuenta de que me he distraído excesivamente notando lo mucho que me interesa este mortal ingenuo cuando mi verdadero objetivo es como la arena escurriéndose entre mis dedos. Por ello cierro la conversación y me alejó antes de que me detengan con agilidad a cumplir con mi verdadera meta. 

Debo matarla. 

 

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#Writer'sGayChallenge (SOLANGELO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora