El azabache había sido criado por una dama que le había protegido, tras darle cobijo una vez que cayó huérfano. Estaba en una situación extraña, cuanto menos.
Su padre había sido un hombre no muy correcto, que fue infiel a su esposa, dando a luz a dos hijos. Cuando su progenitor, la mujer con la que tuvo su aventura y su hermana mayor fueron atrapadas por las garras de la muerte, el muchacho fue, irónicamente, tomado bajo el ala protectora de la mujer a la que su padre había engañado. Ella, con una mirada sincera, le tomó por los hombros y le habló con sinceridad a sus diez años.— Nico, este mundo no está hecho ni para niños huérfanos ni para mujeres viudas sin hijos. Es cruel con ambos. — La expresión de su rostro era una mezcla extraña entre la resignación y algo dulce, similar a la lástima, pero más desde una postura de la comprensión. Como si estuviera mirando a un igual en los marrones ojos del niño, un alma tan solitaria como la suya. — ¿Te gustaría que yo cuidara de ti? ¿Y ha cambió tú cuidarás de mí? Para que ninguno tenga que estar jamás solo.
El pequeño que lo había perdido todo, solo asintió y se abrazó a la dama de hermoso vestido negro, iniciando con ella un vínculo algo tembloroso pero lleno de necesidad y más tarde afecto real.
Su nueva madre, la doncella de las flores, le enseñó acerca de la jardinería y, aún si no era del todo próspero, ese fue el negocio al que se dedicaron. Tenían una florería en una linda zona del pueblo, cerca de la iglesia, donde uno de los sacerdotes se hizo su amigo y le instruyó en la lectura y el conocimiento. Así, se interesó por las novelas, especialmente las que contaban historias trágicas que acababan en finales felices. Eran lo que le daba esperanza a sus días.
Solía darle una oportunidad a todo, sin embargo, en aquellos escritos había un tópico que se estaba repitiendo tal vez más de lo que le gustaría: "Los nobles desdichados y desprovistos del amor real entre sus palacios y torres", eran un tema excesivamente recurrente entre los escritores de la época. Sí, ellos tenían riquezas y lujo, pero eran pobres almas en desgracia con corazones frágiles rodeados de almas marchitas, o eso querían vender las historias románticas. Nico las encontraba ridículas y sosas cuando oía de ellas en manos de los escritores que pregonaban sus novelas por las calles, pero aún así las leía, porque él jamás sería quisquilloso con un texto que Jason le hubiera regalado.Así que, en resumen, cuando nadie estaba en la tienda, se sentaba junto a la entrada, para leer el libro más reciente que su rubio amigo le hubiera traído y así pasaba las tardes en su mayoría, ignorando la latente soledad que azotaba su cuerpo y mente en realidad.
En ese estado tranquilo de lectura estaba, cuando alguien ingresa a la florería. Sus vestimentas, tanto el diseño como el material de ellas, revelaban una vida acomodada, y era guapo... Muy guapo si se le preguntaba al azabache, que dejaba el libro aun lado para escuchar lo que querría el visitante.
— Hola, ¿Me podrías echar una mano? Quiero un ramo de flores para una persona especial. — El rubio regala una sonrisa que, si bien es honesta y está llena de amabilidad, revela un gran nerviosismo que de algún modo tiene un matiz adorable. Nico se tiene que obligar a concentrarse, su cerebro no puede apagarse solo por ver a un joven atractivo. Ni siquiera debería pensar de aquella manera, se regaña.
— ¿Qué tipo de ramo te gustaría?
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#Writer'sGayChallenge (SOLANGELO)
Random30 días de retos con el precioso ship que nos dio el tío Rick :3 Will Solace×Nico Di Angelo ----- Actualizó cada 10 días con un OS nuevo. Títulos genéricos xD La lista de días está en la primera entrada. Está historia fue hecha con toda mi devoción...