Los celos de la inocencia [Amigos de la infancia, detectives y narcos III]

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— Entonces, ¿Lo último que saben de él es que hace unos dos días, por la mañana, vino hacia aquí y nadie lo volvió a ver? 

Sean soltó un suspiro pesado, mientras intentaba calmarse. Su pie rebotaba ansiosamente, sin posibilidad de detenerse, mientras que Nico, a su espalda, se debatía acerca de si sería una buena idea poner la mano en el hombro del chico abatido. Conocía al pilar de Neverland, no le gustaba quebrarse ante otras personas, mucho menos los desconocidos que no pertenecían a su pequeño paraíso, por eso estaba renuente a mostrarle afecto directo a su mejor amigo ante el rubio detective. No está seguro de que atentar a un posible ataque de ansiedad para el contrario sea realmente un modo de ayudarle. 

Eso dijeron sus hermanas. Que avisó que iba a salir como a las once de la mañana, a veces hace eso y viene a almorzar aquí con nosotros, un par de veces se ha quedado a dormir, tenemos varias habitaciones, así que... Siempre es una opción. — La verborrea se había apoderado de la lengua del azabache, sus pensamientos estaban realmente abultados en su cabeza. Sentía que toda información podría ser vital para ayudar a su querida estrella perdida y por ese pensamiento no podía guardarse absolutamente nada. — Por eso no lo habían estado buscando. Yo fui hasta su casa y entonces...

— Está bien, me hago a una idea. No necesitas exigirte de más, por ahora al menos. Will Solace anotó la información que le entregaban en una libreta que siempre portaba consigo. — Ahora bien, antes de seguir investigando quiero reiterar que no sé cuanto podré hacer. Estoy en entrenamiento, no tengo muchos recursos y tengo otro caso entre manos, pero siempre que pueda estaré intentando ayudar con esto también.  El chico intentó regalar una sonrisa tranquilizadora al aquejado líder de Neverland, pero su corazón estaba cerrado en ese momento, ¿Podría tranquilizarse sin volver a ver los ojos que tanto le calmaban? Lo sentía imposible. — ¿Sabes si tenía otros amigos o algo así?

— No los tenía. Era muy tímido y solitario. Que llegara a nosotros fue un milagro, él de por sí no iría directamente a extraños sin una ra...-

Las palabras de Miah fueron interrumpidas cuando la puerta del cuarto se abrió por culpa de alguien que acababa de insertarse en la conversación sin ningún permiso.

¡Seanie! — Uno de los más pequeños de Neverland se acercó al líder con una brillante sonrisa. Era Harvey, el autodenominado "Niño perdido favorito de Sean", quien pretendía caminar hasta el chico con fobia a las aves, pero se detuvo en seco al ver a alguien que no conocía en el cuarto. — ¿Y este chipe galán qué hace aquí?

Puede que para conectar más con su querido hermano mayor, Harvey había copiado su afición por nombrar a los forasteros de Neverland como pájaros, en este caso había nombrado al rubio como un pequeño pájaro amarillo y gris. Una parte dentro del corazón de Sean solía calentarse al tener un niño que le admiraba al punto de copiar sus manías, pero en estos momentos no estaba en su mejor condición. 

¿Chipe galán? Asumo que hablas de mí. — Will intentó dedicar una sonrisa amigable al niño, que de todos modos no bajó la guardia. Sean le dedicó una mirada de precaución al detective en formación, como si quisiera indicarle que no le informara al niño pequeño de la persona desaparecida, lo que tenía mucho sentido, por lo que Will decidió deslizarse lejos de la verdad. — Soy Will. Un amigo de Nico, ¿Tú eres?

Harvey escudriñó a Will con los ojos apretados, como si estuviera sopesando que tanto podría agradarle este chico misterioso. 

Me dijeron que no hable con aves migratorias. — El niño buscó en Sean la aprobación por sus palabras, pero no encontró ningún gran gesto, porque el líder de Neverland estaba agotado mentalmente. El niño no vio eso, solo vio a su hermano mayor con la expresión caída y se acercó a él, tirando de su ropa, ignorando la presencia del rubio. — ¡Sean, Sean! Vamos a jugar. El invasor no vendrá así que podemos ir a construir castillos de Lego, ¡Quiero hacer una fortaleza! Luego puedes echarla abajo si quieres, no me importa. — El chico parecía empecinado en animar a su hermano, pero no lo estaba logrando y eso lo amurraba, si debía ser sincero. Las palabras del niño pequeño apuntando a la ausencia de su querida estrella fugaz se subieron a la espalda de Miah e intentaron asfixiarlo, tal vez por eso no procesó lo que podía indicar esa oración.

#Writer'sGayChallenge (SOLANGELO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora