Severus entró en la sala, intentando tapar un poco su rostro para llegar rápidamente al baño y lavarse la cara. No parecía haber llamado la atención de nadie. Se agachó en el lavabo, mojándose las manos. El agua se volvía carmesí.
—¿Qué te ha pasado? —Severus observó por el espejo como Lucius estaba apoyado en el marco de la puerta, esperando una respuesta que él no quería dar.
—Nada importante.
—Pues eso nada importante no deja de sangrar. Ve a la enfermería.
El moreno negó al instante, comentando que estaba bien y que había sido una caída. La realidad es que le atemorizaba que alguien considerase que él había sido el culpable de todo y le mandasen a casa o peor, que viesen su cuerpo magullado. Lucius se acercó a un pequeño botiquín de primeros auxilios que tenían en cada baño del colegio, cogiendo una gasa. Se dirigió a él, alzándole la barbilla con delicadeza, apoyando la suave gasa doblada tapando el orificio de su nariz y le ayudó a sentarse en un banco.
—Será mejor que mantengas la cabeza alta y que duermas con varias almohadas. —aconsejó el mayor.
—Gracias...
Y allí se encontraba de nuevo. Sintiéndose mucho inferior que Lucius, y no por simple edad. Él hubiese sido incapaz de ir a hablar con otra persona, de tocarle, incluso para auxiliarle.
—Si tienes problemas con alguien puedes decirlo. No hace falta que sea a los profesores. —Severus afirmaba que no tenía problemas con nadie, pero para Lucius ya era evidente quién atormentaba al nuevo—. Intenta acostarte y descansar. ¿Necesitas ayuda para llegar a tu cuarto?
—No, gracias. Estoy bien. —Lucius esperó a que el chico agarrase la gasa antes de soltarla y marcharse del baño, puesto que le tocaba hacer ronda y no podía retrasarse.
Severus esperó allí un rato, mirando hacia el techo, en completo silencio. Angustiado, cerró los ojos pensando en su madre. «Ella lo dio todo para que pudiese venir, para poder ser feliz al fin. ¿Por qué tengo que estar pasando por esto aquí también?». Secó rápidamente las lágrimas que escapaban de sus ojos. Debía ser fuerte.
Remus expresaba su culpabilidad sin parar, sintiéndose miserable por haber permitido todo aquello. A su vez, Peter se encontraba asustado por lo que podía pasarles si el director se enteraba de todo lo sucedido.
—Relajaos, chicos. No va a ocurrir nada. —James parecía bastante tranquilo con la situación.
—¿¡Cómo se te ocurre golpearle!? Ibais a molestarle, únicamente. ¡Y acaba con la nariz sangrando! —Sirius rodó los ojos ante el dramatismo de Remus, que parecía un padre regañando a sus hijos.
—Sólo ha sido un puñetazo. Tampoco es que le haya roto la nariz. —defendió a su amigo James, que le agradeció las palabras con una pequeña sonrisa—. James sólo estaba demostrando que le gusta Evans.
—¡No me gusta Evans! —respondió automáticamente, lanzándole una almohada, a lo que Sirius respondió con una carcajada.
—Claro que sí. Desde que la viste en el tren estás coladito por ella.
James resopló molesto, mirando a otro lado.
Severus se asomó en la esquina para ver si el pasillo estaba despejado. Sus clases habían terminado y por los horarios que conocía de Lily, suponía que no debería encontrarse con ningún Gryffindor, pero no se sentía tranquilo. Ya habían pasado días de su agresión, pero ya no caminaba con confianza por el castillo. Siguió caminando hasta el portón, donde encontró que fuera llovía de forma incesante, por lo que decidió esperar allí a la chica. Decidió tomar asiento en el suelo, mientras abría el libro de herbología para ir avanzando tarea, lamentando no tener el libro prestado de Lucius para leerlo, aunque prefería no sacarlo de su habitación sabiendo que aquel grupito iba a por él.
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La rivalidad que crea la atracción
FanfictionEntrar a Hogwarts despierta un sentimiento único. Para muchos es considerado su segundo hogar. Severus lo verá como el único dónde podrá escapar de los abusos de su padre. Sin embargo, no todo será fácil para él, pues su turbia infancia provocó que...