Pasaron diez minutos en aquella agradable postura que reconfortaba el corazón de ambos, hasta que Sirius cogió el cuaderno que descansaba en las sábanas.
—¿Me dejarías ver qué hay en su interior?
—¿Qué? N-no —tartamudeó nervioso.
Sirius levantó su cabeza, apoyando sus codos en la cama para poder sostenerse con un poco más de comodidad.
—¿Por qué? —Una pregunta simple. No había pucheros ni intenciones de hacerle sentir mal, sólo sentía una enorme curiosidad por saber lo que había allí dentro.
Encogió los hombros, pensando qué contestar.
Aquel cuaderno guardaba muchos pensamientos. Vivencias privadas, curiosidades, fechas que ni siquiera tenían escrita una explicación, ya que éstas eran recordadas en su mente. Mostraba un lado más vulnerable, aunque Sirius ya lo había visto así en ocasiones...
—Promete que no te reirás.
—Jamás me reiría de algo tuyo —aseguró tomando asiento, apoyando la espalda en el cabecero.
Severus le dio permiso para abrir la tapa, pero apartó su vista el ver su primer dibujo de una flor con algunas anotaciones de su olor, textura y leves bocetos del pétalo en sus fases de descomposición.
—Qué bien dibujas —comentó sorprendido mientras leía todo lo que estaba allí escrito, especialmente las preguntas que Severus se hacía a sí mismo—. ¿Para qué es todo esto?
—Me gusta conocer algunas plantas que podrían servir de ingrediente para alguna poción.
—Voy a vivir con el mejor elaborador de pociones —dijo besándole—. ¿Qué tiene de especial esta flor?
—Los pétalos se regeneran muy rápido. Pienso que podría usarse para alguna poción de recuperación o rehabilitación de heridos, aunque sólo son teorías.
El Gryffindor asintió sorprendido. Si el año anterior le hubieran dicho que podría leer aquel cuaderno, aseguraría que en él se encontrarían hechizos oscuros y peligrosos, no sueños plasmados y proyectos que para él avanzaban de forma casi inevitable. Estaba hecho para aquello, no le cabía la menor duda.
—Sería increíble. Podrías ayudar a muchas personas con algo así.
Pasó varias hojas, hasta que encontró una hoja llena de fechas. Reconoció alguna de ellas, como el primer día en Hogwarts.
Se fijó en la última, que marcaba el día anterior y la penúltima era el día que había llegado a casa. Se percató que las fechas no eran muy antiguas, no se trataba de algo que llevara haciendo mucho tiempo.
Al pasar la página se encontró con unas poesías hermosas que describían paisajes, lugares que rebosaban de magia. Se fijó en una de ellas que estaba escrita con una letra un poco más cuidada.
—De pelo rizado y ojos grises, con hombros rectos y espalda ancha... —Leyó en voz alta.
Sonrió al percatarse que aquello le describía a él en el gran comedor.
—¿Me la escribirás en una nota aparte? Me encantaría tenerla conmigo —pidió Sirius cuando terminó de leerla, mirando su leve sonrojo.
—¿No te parece patético?
—¿Patético? —Se sentía ofendido por aquella pregunta—. Es tan... tierno. Jamás habían escrito algo tan bonito de mí. ¿Cómo iba a parecerme patético?
Sonrió de forma boba y no le importaba. Volvía su vista a la poesía, intentando memorizarla para poder conservarla toda la vida en sus recuerdos.
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La rivalidad que crea la atracción
FanficEntrar a Hogwarts despierta un sentimiento único. Para muchos es considerado su segundo hogar. Severus lo verá como el único dónde podrá escapar de los abusos de su padre. Sin embargo, no todo será fácil para él, pues su turbia infancia provocó que...