En el fondo del pozo

1.1K 195 57
                                    


Remus se quedó quieto esperando alguna reacción de aquel chico que se sostenía del árbol intentando mantener sus ojos abiertos por inseguridad.

—¿Quieres que avise a algún profesor? —Severus negó con la cabeza—. ¿Te ha ocurrido antes?

—No es nada. —Comenzó a caminar cuando se sintió un poco más recuperado, queriendo alejarse de aquel chico.

El castaño se sentía indeciso sobre su próximo movimiento. Era evidente que Snape no estaba bien, sin embargo él no era Sirius o Regulus. No confiaba en él y eso suponía que no le diría nada. Se acercó a él, alcanzándole pronto debido a su lentitud.

—¿Me permites acompañarte hasta la sala común de Slytherin? —Procuró ser lo más respetuoso posible. Si le decía que no, le dejaría en paz—. No le diré nada a ningún profesor, sólo es para asegurarme de que llegas bien.

Severus bajó su mirada. Temía sentir la pena del resto, pero por alguna razón no la sentía de Lupin. Percibía que él había sufrido mucho en la vida y algunas cicatrices en su rostro se lo indicaban. No quería imaginar lo que le hubiera dolido tener que mostrar las suyas al mundo como aquel chico debía hacer.

—De acuerdo —musitó.

Notó como se ponía a su lado respetando su espacio, limitándose a acompañarle sin tocarle ni mirarle.

—Por suerte aprendí el camino al acompañar a Regulus —dijo intentando distender el ambiente—. ¡Oh! No te he respondido antes. He pedido volver antes y Dumbledore ha accedido.

—Ya veo...

No podía darle mucha información a Snape, sabía que era una persona demasiado inteligente y podía descubrirle con pocos detalles. Era mejor cambiar de tema cuanto antes.

—Al menos pude enviarle una carta a mis amigos para avisarles. Menos a Sirius. A él se lo dije en persona hace un par de días.

Alzó su mirada oscura desde el suelo dirigiéndola al instante al castaño. Tenía muchas preguntas que hacerle, sin embargo sentía que no podía. Su voz no quería salir y tampoco se sentía en ninguna confianza de preguntarle por él.

—Sirius no está enfadado contigo, pero seamos sinceros, ambos sabemos que no podía evitar pedirme que te cuidara, no sin antes leerme la lista de cosas prohibidas que hacer cerca de ti. Respirar estaba entre ellas. Por favor, no le digas que he respirado a tu lado —bromeó abriendo la puerta de las mazmorras, entrando primero y sujetando la puerta porque le parecía que podía resultarle incómodo tener que darle la espalda.

—¿Él está bien? —preguntó Severus al fin, tomando un poco de coraje.

—Bueno... Está agobiado por su situación en casa y preocupado por ti, pero es Sirius. Él nunca se rinde ante nada.

Severus paró sus pasos y se apoyó en la pared, agachándose para no caer al suelo, minimizando los riesgos de herirse.

—Snape, si me dices qué te ocurre puedo conseguir algo que te ayude. —Remus se agachó a su lado. No le gustaba quedarse de pie porque parecía alguien superior—. No diré nada.

—Se lo dirás a Sirius —susurró.

Remus torció la boca. Tenía dudas de qué hacer. Su amigo le había pedido que le cuidara y supiera algo de él, sin embargo sabía que esperaría noticias suyas, que le dijera algo. A la vez consideraba que lo mejor para Sirius era no conocer el estado de su pareja, no en esos momentos que no podía hacer nada por volver a Hogwarts y además no creía que fuera justo para Snape estar controlándolo de aquella manera.

La rivalidad que crea la atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora