Severus se apresuró para firmar su examen al ver que Sirius se levantaba de su pupitre, seguido de sus amigos. Durante esa hora desesperante, no había podido dejar de observar sus manos, percatándose al instante de esas vendas que no tenía el día anterior.
Todo le parecía extraño, pues parecía estar bien con sus amigos y no se veía ningún golpe más para considerarlo una pelea, aunque podía ser que él no hubiera sido herido, sino alguien más.
Una vez fuera del aula improvisada no pudo siquiera buscarle, ya que el Gryffindor se lanzó sobre él. Notaba su abrazo desesperado. Al inicio quiso replicar, pero la leve disculpa que repetía una y otra vez le mantuvo en silencio.
—Sirius, debemos movernos —musitó dando un par de pasos hacia uno de los laterales.
Sintió cómo le tomaba la mano, notando la textura de la venda en su piel, para que le acompañara a algún lugar. Comprendió que se trataba de la Sala de los Menesteres cuando se acercaron a esa planta, por lo que supuso que sería un tema extenso. Por el camino no pudo evitar preguntarse dónde estaban sus amigos, ya que parecían haber desaparecido en cuanto salieron del aula, pues él no fue capaz de visualizarlos y no creía haber tardado tanto como para darles tiempo.
Ingresó al pequeño cuarto que había aparecido frente a ellos. Siguió a Sirius hasta la cama para tomar asiento, pero el peso de su pareja se hizo presente, derribándolo en el colchón.
—No tienes que pedirme perdón —aseguró sin saber muy bien la razón por la que se disculpaba continuamente.
—Si hubiera sabido que mi visita provocaría tanto dolor... —susurró Sirius, recordando esa asquerosa imagen.
—¿Tu visita?
—Cuando hice el idiota y fui a verte a tu casa. Lo lamento tanto. —Intensificó su abrazo hasta que sintió las manos de Severus en su espalda, devolviéndole el gesto con delicadeza.
Podía comprender a qué venía todo aquello y debía suponer que Sirius no podía esperar ni un día para ver sus recuerdos, considerándolo tan importante para saber de él y ayudarle a superar todo su pasado.
Suspiró por la culpabilidad de hacerle pasar por algo tan horrible, por mucho que fuera él quien lo hubiera pedido.
—De verdad, no debes lamentarlo. Si no era por tu visita, era por otra cosa, no eres responsable de lo que ocurrió. —Acarició su mejilla.
—Ahora lo entiendo todo. Cosas que antes no podía explicar, pensando en soluciones que consideraba muy fáciles, pero no lo son, ¿verdad?
Su mano se deslizó hasta la muñeca de Severus, rodeándola hasta tocar la punta de sus dedos, notando que ni siquiera llenaba ese espacio. La llevó a sus labios para besarla. Por desgracia le había afectado más de lo que pensó en un primer momento.
—Supongo que no —respondió con un hilo de voz, sintiendo una presión en el pecho muy desagradable. Sacar a relucir esos momentos siempre era doloroso.
Que Sirius conociera todo lo que había pasado era vergonzoso y humillante, pero por algún motivo le tranquilizaba saber que no había mucho más que ocultar. Había podido conocer su falta de amistades, su familia tan disfuncional y los detalles más difíciles que había soportado durante años.
Mantenía sus ojos entrecerrados enfocados en el techo, a pesar de que no era más fácil así.
—¿Puedo hacerte algunas preguntas? —Sirius se irguió aún encima de él, mirando su rostro con una profunda tristeza que muchos habían confundido con apatía y pasotismo.
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La rivalidad que crea la atracción
FanficEntrar a Hogwarts despierta un sentimiento único. Para muchos es considerado su segundo hogar. Severus lo verá como el único dónde podrá escapar de los abusos de su padre. Sin embargo, no todo será fácil para él, pues su turbia infancia provocó que...