Archie se despidió de los chicos después de asegurarse del estado de Severus, entendiendo que debía llevarlo a Hogsmeade porque si no sería expulsado por haberse fugado de la excursión. El chico parecía estar bien, pero de igual forma le dijo que en un par de días pasaría por casa de Sirius para saber cómo se encontraba, concluyendo que debía escribirle.
—Te envié una carta, Sirius. Nunca dejé de hacerlo. Incluso cuando no me contestaste —contó Severus, sentándose en el suelo de aquel callejón.
—Sé que no debí comportarme así. Te pido disculpas. —Sirius tomó asiento frente a él—. Tenía demasiadas cosas en la cabeza y cuando vi que le enviaste una carta a Regulus y que yo no tenía ninguna...
Observó el arrepentimiento que sentía aquel noble chico que acariciaba su rostro.
—Ya casi es la hora de volver —dijo Severus.
—Sabes que puedes contarme lo que quieras, ¿verdad? —insistió Sirius, temiendo que su novio guardara sus sentimientos como tantas veces había hecho.
—No te preocupes.
Sirius asintió, dejándole tranquilo para no darle más vueltas al tema, pero notaba que algo no iba bien. Los ojos de Severus no le indicaban lo mismo desde que le había encontrado y ni siquiera era capaz de negarle que algo ocurría, únicamente le decía esas tres palabras que aumentaban su inquietud. Le ayudó a levantarse, notando que la poción ya había hecho efecto, ya que parecía moverse mucho mejor. Su rostro no se veía golpeado, por lo que no llamaría la atención.
No quería que se marchara, pero no tenían muchas más opciones. Sabía que podía colarse a Hogwarts por la Casa de los Gritos, pero no quería que Severus conociera aquel camino, no mientras Remus ocupaba ese lugar para sus transformaciones. Por otro lado, su amigo adicto al chocolate había descubierto que Honeydukes tenía un pasadizo directo a Hogwarts en su sótano, pero aún desconocían dónde aparecerían. Podía ser un lugar secreto que no hubieran descubierto de una planta ya revisada o peor, estar en un piso que no controlaban.
Sostuvo su rostro con delicadeza, acercándose lentamente hasta posar los labios sobre los suyos, disfrutando de aquel roce sintiendo que su corazón volvía a latir únicamente por él.
Severus le pidió volver solo, lo que hizo saltar más aún sus alarmas. Le vio alejarse y no pudo evitar correr hacia él, sujetándole de la muñeca.
—No te vayas —pidió.
—Sirius, debo marcharme. Te enviaré una carta mañana, ¿de acuerdo? —Sirius asintió sin mucho convencimiento—. Ahora ve a casa. Necesitas descansar.
Soltó su mano, lamentándose por hacerlo, por no poder mantenerle a su lado. Ir a casa no sonaba bien, no cuando veía que le ocurría algo a su novio, necesitando apoyo y que estuviera a su lado. ¿Era lo que necesitaba o era lo que él quería? Tapó su rostro sintiendo de nuevo aquella angustia que odiaba, la que se escapaba entre sus dedos sin que pudiera hacer mucho.
No volvería a huir de nuevo, esperaría lo que hiciera falta por Severus. Sólo deseaba que él estuviera bien en esos instantes.
Intentó mantener su mente en blanco durante todo el trayecto de vuelva a Hogwarts, dejando su mirada en un punto indefinido, perdida en el horizonte. Sabía que no había estado bien mentir a Sirius, pero notaba su angustia y su culpabilidad. No podía añadirle más peso a sus hombros.
«No ha sido su culpa, ha sido una casualidad», pensó intentando defenderle.
Cerró los ojos castigándose mentalmente por darle vueltas al asunto. Por suerte, el trayecto no duraba mucho, por lo que pudo huir rápidamente a la sala común de Slytherin, librándose de toda presencia humana.
ESTÁS LEYENDO
La rivalidad que crea la atracción
FanfictionEntrar a Hogwarts despierta un sentimiento único. Para muchos es considerado su segundo hogar. Severus lo verá como el único dónde podrá escapar de los abusos de su padre. Sin embargo, no todo será fácil para él, pues su turbia infancia provocó que...