Una llamada de atención

1K 144 37
                                    


Desde el día que Severus había aceptado que se casaría con él, su vida parecía maravillosa.

Era cierto que veía a su novio un poco más ocupado, pero entendía que se debía a los estudios, ya que parecía estar preparándose de sobra. Le había dicho que quería aprovechar ciertos momentos para tener más tiempo en las vacaciones, pudiendo así reformar la casa y ser de ayuda, así que le dejaba tranquilo y optaba por entretenerse, ya fuera con sus amigos o solo.

La relación con James y Peter parecía haber mejorado, pues al pasar tiempo con ellos consiguió divertirse como el primer año. Volvían a ser los más traviesos del castillo, aunque sin la maldad que otros demostraban.

En las clases conjuntas aprovechaba para coger su mano mientras escribía con la otra o ver esas pequeñas muecas que hacía cuando realmente estaba concentrado, siendo atrapado en ocasiones por sus amigos o por el propio Severus, que sólo le sonreía tímidamente y seguía prestando atención en clase.

—Black, ¿podría decirme tres especies de dragones? —pidió Kettleburn al verle algo distraído.

—El bola de fuego catalán, el hocicorto sueco... —El profesor le asintió esperando a la tercera respuesta—. ¡El galés verde común!

—Bien hecho, pero intente concentrarse un poco más en la clase, al menos lo suficiente para darse cuenta que tenía las respuestas en la pizarra —dijo señalando todas las variedades puras y sus propias imágenes.

Rodó los ojos al sentirse tan pillado, aunque la caricia de Severus le tranquilizó bastante. No es que sintiera que los dragones eran aburridos, de hecho puede que sin tener pareja, hubiera decidido cuidar de ellos, ya que era un trabajo emocionante. Sin embargo, la mayoría corrían graves peligros y solían vivir en campamentos nómadas, siguiendo el entorno más adecuado para los dragones que debían cuidar. Aquello no le interesaba en esos momentos, pues su atención estaba en las vacaciones. No había nada que le ilusionara tanto como eso, por mucho que les pesara a los profesores.

—Sí, profesor. Lo lamento.

Kettleburn siguió su explicación, dándole la sensación de que su reprimenda había terminado ahí.

Comenzó a tomar notas únicamente para disimular, aunque debía admitir que de vez en cuando su mente se distraía con algún dato o con la muestra de escama esmeralda que le había otorgado a cada uno de ellos, haciendo la espera un poco menos pesada. Severus le mostró su escama en un claro tono rojo, recordándole al cambio de bufandas que ambos adoraban a su modo.

Se encontraba recogiendo su pupitre cuando el profesor Kettleburn le pidió quedarse durante unos minutos, maldiciendo en su mente que tuviera que ser justo en ese momento en el que Severus no podía esperarle porque tenía que llegar a su siguiente clase con el tiempo justo.

Se despidió de él en un suave susurro y fue junto al profesor, dejando la mochila a sus amigos, que esperarían fuera por él.

—Señor Black, sus notas han sido excelentes en sus T.I.M.O., pero no estoy viendo que esté mostrando sumo interés en las clases —pronunció el hombre con cierta molestia.

—Lo siento, profesor. Es cierto que últimamente estoy distraído.

—¿Ha considerado que podría dedicarse a esto? —Le siguió el juego para poder salir lo antes posible, asintiendo sin decir mucho—. Si no veo un cambio en su actitud, optaré por separarle de sus compañeros.

Llegó cabizbajo junto a sus amigos, pidiéndoles ayuda en ese mismo momento para no verse solo en esa maldita optativa. ¿Tan malo era que quisiera ocuparse de lo más importante de su futuro? No dejaban de decirle que debía hacer algo, ¿pero es que no lo estaba haciendo ya?

La rivalidad que crea la atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora