Un helado que sube la temperatura

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Aún con las calles llenas de vida, era hora de volver a casa. Había oscurecido mientras Sirius le llevaba a una famosa librería que se encontraba algo alejada, aunque tampoco le había permitido comprarle ningún libro.

El de rizos consideró que era mejor comprar algo de comida y poder descansar al llegar a casa, ya que cada vez era más tarde y no pretendía cansar en exceso a Severus. Entraron en un pequeño restaurante de comida para llevar que frecuentaba en sus solitarias vacaciones, todo gracias al dinero que le daba tío Alphard cada vez que se veían e incluso cuando no estaba presente, porque la última vez se lo había entregado a Regulus para que se repartieran las ganancias y el menor así lo hizo. Él aprovechaba para cambiar un poco al dinero muggle y de esa forma podía permitirse estar poco en casa.

—¿Qué vas a querer pedir? —preguntó Sirius recordando la conversación anterior al respecto.

Un tema más que añadir a su lista de preocupaciones, que no dejaba de crecer cuando estaba con él y que por alguna razón no le parecía desagradable, ni siquiera negativo.

—Elige tú, no tengo preferencias —comentó sabiendo que si pedía él le diría que era muy poca cantidad—, pero no te pases.

—¿No tienes comida favorita? —Sirius le abrazó contra su pecho de forma protectora, sintiendo que Severus escondía su rostro en el hueco de su cuello. Notó la negación, aunque pareció tardar unos segundos en pensarlo.

«Quizá aquellos copos de nieve...», pensó recordando la emoción de Sirius por encontrarlos y el momento que compartieron algo por primera vez.

Decidió optar por algo un poco mejor a lo que sabía cocinar, eligiendo un plato combinado de puré de patata, verduras salteadas y la carne de una hamburguesa acompañada con un pequeño tarro de salsa de mostaza, además de una ensalada de tomate con queso fresco que tenía una pinta estupenda para compartir.

—¿Desearían algo de postre? —preguntó la chica mientras armaba el pedido—. Tenemos helados, que con este calor apetece mucho.

—¿Tienes alguno que no sea extremadamente dulce?

—Nos llegó un nuevo helado de chocolate negro con salsa de caramelo salado y trocitos de nueces de macadamia. No resulta muy dulce —recomendó con una sonrisa.

—De acuerdo, ponme uno —consideró viendo el considerable tamaño. Sería suficiente para ambos.

Agregó el helado a su bolsa y le cobró, deseándoles un buen provecho y una buena noche a los jóvenes, poniéndose al instante con el pedido del hombre que esperaba su turno tras ellos.


Volvieron a casa para disfrutar de la cena, colocando de forma rápida la mesa y sentándose al fin después de caminar tanto.

—¿Esto es lo que sueles hacer cuando estás de vacaciones? —preguntó al cabo de un rato de silencio, manteniendo cautela con aquel tema. Sabía que tenía problemas con sus padres, Regulus se lo había contado con más profundidad.

—Si tú te consideras poco interesante, imagíname a mí. No hago más que salir a pasear por las noches y dormir todo el día. —La voz de Sirius era seria—. Aunque también envío cartas y Regulus ha estado visitándome por las noches para echar alguna partida al ajedrez o al snap explosivo.

—No creo que haya punto de comparación. —Sirius le miró, preguntando con la mirada a qué se refería—. Tú haces esto porque no tienes más opciones. En el colegio eres imparable. Yo siempre hago lo mismo.

Sirius sonrió levemente. En realidad sus días eran muy distintos cuando se encontraba en Hogwarts. Allí gozaba de una libertad y compañía plena que le permitía ser él mismo. En casa estaba esperando que se iniciara una nueva pelea, siempre a la defensiva y dispuesto a seguir protegiendo sus pensamientos.

La rivalidad que crea la atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora