De camino a la transformación

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Sirius suspiró al ver que el Slytherin no le dirigía la palabra ni parecía hacerle caso alguno, más allá de pasarle algunos ingredientes para que fuera preparándolos, colocando el libro para poder ser leído por los dos sin necesidad de hablar.

Llevaba un rato trabajando en sus labores, indicándole a Snape cada vez que terminaba con uno de los ingredientes, mirándole todo el tiempo de reojo sin sentir que la atención fuese mutua.

—Snape, ya he terminado con todo. —dijo esperando por fin ver esos ojos negros conectar con los suyos. Suspiró cuando él únicamente le pasó un ingrediente más.

Leyó cómo debía cortarlos y al finalizar buscó a Remus, deseando poder recibir algún consejo suyo para llevar esa situación. Podía ver cómo le consultaba al otro chico sobre algunos cortes, parecía sentirse bien con aquello, aunque ahora que se percataba, le veía interactuar de una forma muy distinta comparada a la que solía usar cuando se encontraba con ellos. Remus parecía muy cortado por tener una charla con otro que no fueran sus amigos. ¿Quizá por ello entendía tan bien a Snape?

Severus añadió más sangre de salamandra al caldero, deseando terminar cuanto antes para poder marcharse de allí. No aguantaba más al ver que Black iba lanzando miradas a Lupin. Se sentía absurdo al pensar que tenía celos. Ellos no eran nada, ni siquiera amigos. No debería sentirse así, pero no podía evitar las odiosas comparaciones y estaba claro que Lupin le ganaba en todo. Era sociable, amable, mucho más atractivo que él y encima se le daban bien las pociones y defensa contra las artes oscuras, que era en lo único que él sentía que destacaba más, además eran de la misma casa, podían verse a todas horas. Cerró los ojos cuando las palabras de su padre aparecieron en su mente. No podía volver a eso, necesitaba controlarse.

Vio que Black le pasaba una nota. La apartó de forma inmediata, siguiendo las indicaciones de la poción, que ya se encontraba de color sangre.


Sirius aún estaba recogiendo algunas de sus cosas cuando Severus se marchó sin decirle nada. No se había molestado ni en mirar la nota que le escribió.

—Por fin, Sirius. Espero que nunca nos vuelvan a poner en parejas con los Slytherin, me ha tocado con un tipo que era un negado. —comentó James sentándose a su lado, colocándose sobre el pupitre de forma cansada—. ¿Y a ti qué tal te ha ido con Snivellus?

—No hemos hablado en absoluto y hemos sacado un extraordinario. —Resumió sin ganas, ocultando su desagrado ante el apodo que él mismo había utilizado en muchas ocasiones.

—Entonces perfecto, ¿no? —Sirius hizo una mueca que intentaba simular una sonrisa, siendo salvado por su amigo Peter, que justo llegaba feliz por haber sacado una mejor nota gracias a su compañera.

Decidieron salir para encontrarse con Remus, que había sido el primero en terminar de recoger sus cosas.

Fueron directos a su cuarto para continuar con el proceso para convertirse en animagos, emocionados por la idea de hacer algo ilegal, complicado y beneficioso para su amigo.

—¿Ya sabemos qué tiempo hará en la próxima luna llena? —preguntó Peter estrechando sus manos.

—No, pero tenemos todos los ingredientes listos para que salga bien. Si está nublado, habrá que volver a intentarlo. —James parecía tranquilo con la situación, como si todo estuviera controlado.

Remus seguía leyendo, intentando recabar más datos sobre los animagos para ser de ayuda a sus amigos, que de algún modo se estaban sacrificando por él.

—Después de preparar la poción, sólo habrá que esperar una tormenta eléctrica y cada día recitar el conjuro "Amato animo animato animagus". —Leyó en voz alta—. Habrá que buscar un lugar seguro para beber la poción. Podríamos ir a la Casa de los gritos.

La rivalidad que crea la atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora