Una nochebuena informal

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Los adornos en el colegio no se hicieron esperar. Llevaban semanas decorando el lugar, aunque él no había aportado nada ese año, sumado a la falta de Slughorn, que parecía haberse marchado durante unos días. Solía pasarse todo el tiempo en el jardín, esperando al enorme perro negro que tan especial le parecía, pero llevaba bastante sin aparecer, por lo que se dedicaba a dibujar hasta que la vuelta a su cuarto se hacía obligatoria y necesaria por la nieve que caía incesante.

—Hola, Snape —saludó Hagrid que se encontraba con un enorme abrigo que parecía de piel—. Me temo que hoy no va a ser posible salir al jardín —comentó al verle con su bloc de dibujo.

—Buenos días, señor Hagrid. Sólo iba a quedarme en los pasillos exteriores —aseguró, aunque realmente su intención no había sido esa. Seguía con la ilusión y la esperanza de recibir la visita del animal.

El semi gigante pareció dudar, quizá tenía órdenes de no dejar salir a ningún alumno o quizá realmente sí que empezaba a ser peligroso por el temporal, ya que parecía estar empeorando.

—No te quedes mucho tiempo, ¿de acuerdo? Y sólo en el pasillo.

Asintió agradeciendo el permiso obtenido. No quería buscarle muchos problemas, por lo que caminaría por el pasillo exterior más cercano al árbol que solía guardar sus siluetas e intentaría visualizar algo desde allí. Si no veía al can, volvería a Hogwarts y leería un rato en su cuarto hasta la hora de la cena, que era especial el día de Nochebuena, por lo que se juzgaba un poco más el no acudir.

Observó a dos Gryffindor que estaban en el interior del castillo, murmurando sobre él con descaro. ¿Potter ya lo habría contado todo? ¿Estarían hablando de su cuerpo? Pareció que su mirada retadora hizo efecto, pues comenzaron a huir de la situación, alejándose del lugar a pesar de ni siquiera poder cruzar una palabra.

Acomodó su bufanda, aquella que Sirius le había conseguido tras el ataque de Potter, el momento en el que le robó la suya para acto seguido tirarla al lago. ¿Cómo podía ser amigo de alguien tan idiota? No podía comprenderlo.

—¿Se habrán llevado ya la basura de casa? —musitó al aire, recordando el arduo trabajo que le había llevado el limpiar su casa todo lo posible con los recursos que disponía en ese momento. Tendría que volver, pero necesitaría hacer la compra antes.

Al menos se había desecho de toda la ropa que pertenecía a Tobías, sin embargo no pudo elegir sobre las pertenencias de su madre, pues no encontró absolutamente nada de ella en esa casa. Era como si jamás hubiera vivido allí.

Silbó cuando estuvo lo más cerca posible del árbol, esperando que el perro apareciera, pero ni un solo movimiento se vio tras él. Con una mirada al cielo comprendió que lo más probable era que estuviera refugiado en casa, pues había grandes nubes que amenazaban en seguir la tormenta de anoche.


Sirius colocó las pizzas en la mesa mientras su amigo iba a por las bebidas. No había perdido la ocasión de invitarle a cenar, algo muy informal para lo que se solía hacer en esas fechas, pero ambos estaban satisfechos al dejarse de formalidades que no iban con ellos. De igual forma, en la comida de mañana compartirían una fiesta con los padres de Remus, siendo algo más especial.

—Me daría mucha pena no ver a mis padres en vacaciones, pero Hogwarts debe ser precioso en estas fechas. —Remus se acomodó en el sofá, tomando una porción de pizza.

—Por lo poco que he podido ver al ir, sí. Deberíamos colarnos algún día. Quizá James nos prestaría su capa, me debe una.

El castaño negó con la cabeza mientras sonreía. Parecía que sus amigos empezaban a entenderse mejor porque Sirius parecía haber aprendido a perdonar después de todo, aunque aún tenían por ver qué ocurriría cuando volvieran a Hogwarts. Snape era muy importante, sólo esperaba que no hiciera nada en contra de James y que volviera a crear toda la guerra que parecía dar una pequeña tregua.

La rivalidad que crea la atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora