Rabia desmesurada

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Disfrutó al ver que Eileen había logrado sacarle de la casa, haciendo su sueño realidad, pudiendo embarcarse en el Expreso que le llevaría a su nuevo hogar durante unos meses. Vivía ese momento deseando partirse la cara a sí mismo, o mejor dicho a su yo pasado, ya que había tenido que vivir momentos en los que se metían con él, aunque curiosamente, Severus apenas había guardado recuerdos en los que salían. Quizá era intencional, ya que dudaba que le permitiera ver todo lo que sus amigos le habían hecho porque sabía que eso causaría un problema, ya le había asegurado que no pensaba quedarse de brazos cruzados nunca más.

Tuvo que vivir la decepción de Severus al ver que tampoco era aceptado en la escuela, recibiendo comentarios que daban peso a los "argumentos" que su padre utilizaba para destruirle. Veía como cada vez era más delgado, cómo medía sus brazos continuamente desde las palabras de su padre, asegurándose de mantener el control de su peso.

Su autoestima había bajado al conocerles, no sólo por los insultos que recibía, si no por la popularidad de la que ellos gozaban, y fue entonces cuando se percató del daño que eso podía provocar.

Las vueltas a su casa eran horribles a pesar de no sentirse muy bien en Hogwarts, llegando a un punto que resultaba insoportable, cruzando esa línea que nadie debería verse obligado a cruzar. Se había herido a sí mismo para liberar un poco de tensión, ya que no podía replicar frente a su padre.

—Abre la boca. —Sirius se sentía asqueado al escuchar sus órdenes, crujiendo sus nudillos a la mínima.

Separó sus labios, permitiendo que su padre metiera algo que mantenía oculto en la palma de su mano. Lo que le puso más nervioso fue cuando le sujetó, evitando que pudiera escupir, a pesar de que Severus intentaba liberarse.

—Trágatelo.

Le pateó, le pisó y le tiró del cabello con la mano libre, obligándole a que se tragara lo que mantuviera en la boca, prohibiendo que sacara una sola parte. No sabía lo que era, pero se estaba poniendo muy nervioso con esa escena.

—¿Creías que no me iba a dar cuenta de que has estado robando comida? Eres un malagradecido.

Lo levantó en brazos sin mucho problema, sin siquiera prestarle atención a sus lágrimas, y lo dejó en el suelo del baño, cerrando la puerta para que no pudiera salir de allí en toda la noche.

Sirius no sabía qué le había dado, pero poco después, Severus se puso a vomitar en el inodoro, a pesar de tener poco en su estómago. Simplemente no podía parar, provocando irritación hasta que comenzó a expulsar un poco de sangre.


Remus comenzó a guardar el material que había sacado, percatándose de que ya había pasado un buen tiempo desde que Sirius había ido a algún lugar con esa caja. Desconocía si estaba con Snape, pero le resultaba raro que no le hubiera dicho nada al respecto.

—¿Vamos a la cena? —preguntó James. Estiró sus manos para ayudar a Peter a levantarse, que ya sentía sus piernas acalambradas.

—Adelantaos vosotros, chicos. Iré en seguida.

Se quedó preparando los estudios del día siguiente, ya que en los T.I.M.O. no tenía que llevar ningún tipo de material. Cogió el mapa, mirando directamente las mazmorras, encontrándose con el nombre de Regulus junto a su inseparable amigo. Al parecer ese día podrían ir juntos a cenar al Gran Comedor.

Suspiró mientras se tiraba en la cama, sintiendo demasiados cambios en su cuerpo a causa de la Luna. No quedaba más que una semana y media para transformarse y comenzaba a sentir la necesidad. Más hambre, más sueño y también... más deseo.

La rivalidad que crea la atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora