Preparando una gran sorpresa juntos

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Miró los labios de Sirius, percatándose de la hoja que escondía en su boca. Cada año había sucedido y era algo a lo que ya estaba acostumbrado, pero aunque le había prometido que no buscaría nada al respecto, la curiosidad crecía y le tentaba a hacerlo.

Distraído, llevó su mano hacia sus labios, en un acto reflejo de esa horrible costumbre que había adquirido, aunque Sirius se lo impidió.

—Si continúas así, te quedarás sin dedos —musitó observándole la piel cercana a sus dedos—. No sabía que te mordías las uñas.

—Es asqueroso. Lo sé.

—Por supuesto que no, no seas tan duro. —Besó sus dedos con sumo cuidado.

Comenzó a sonrojarse al notar la mirada de Sirius clavarse en sus labios al mismo tiempo que se relamía. Sentía sus cuerpos demasiado pegados, aunque no podía decir que aquello le disgustara lo más mínimo. Aceptó aquel beso más fogoso de lo habitual, suponiendo que Sirius querría ir más allá, por mucho que él mismo se parara los pies. Deseó poder pedirle que no lo hiciera, sin embargo su inseguridad era mucho mayor y sabía que no podría avanzar mucho más, por lo que sería egoísta pedirle seguir para luego dejarle a medias.

—Habíamos venido a hablar sobre algo... —susurró.

—Sí, perdona. Es que eres tan hermoso y cuando te sonrojas es tan... —Mordió su labio para evitar seguir la frase. No quería incomodarle con su excitación, aunque aquello fuera lo que sentía al verle tan inocente.

Severus negó rápidamente, escondiendo su rostro en el pecho del Gryffindor, quien le recibía con los brazos abiertos. Sirius había decidido hacerle caso a Remus, ya que tras hablar con él, había llegado a la conclusión de que debía ser mucho más él delante de su novio, no ir con pies de pluma. Necesitaba decirle lo mucho que lo amaba, que le gustaba tanto física como mentalmente, que no había nadie mejor para él. Severus necesitaba empezar a vivir con la realidad y no en un mundo de evitar sentir vergüenza.

—Me gustaría prepararle una pequeña fiesta sorpresa a Regulus por su cumpleaños y he pensado que podríais venir a pasar un rato.

—Es el sábado, ¿no? —Severus asintió—. James y Peter probablemente quieran ir a Hogsmeade, pero yo vendré sin dudarlo. Lo que no sé es qué hará Remus...

El Slytherin rodó los ojos. Para él era evidente que Lupin iría si se trataba de algo relacionado con Regulus, por mucho que Sirius no quisiera confirmar aquel interés que se tenían. Lucius le habían mandado un hermoso regalo envuelto, aunque desconocía qué había en su interior, a pesar de que el joven había dicho mil veces que no quería regalos. Él le había respetado, pero una fiesta sorpresa con una buena comida entre amigos, con su hermano y su propio pastel no era un regalo, ¿no?

—Haré comida para todos igualmente, pero necesito que me cubras diciendo que hemos quedado para que no sospeche cuando venga a prepararlo todo.

—Por supuesto que te cubriré, pero no voy a dejar que lo hagas todo. Vendré a ayudarte a dejarlo todo listo y si Remus viene, tampoco creo que le importe echar una mano o quedarse entreteniéndole. —Se sentía bastante feliz al ver que Severus había tenido la iniciativa de hacer algo así. Casi nunca lo hacía y hasta ese momento sólo se había tomado la libertad de actuar así para sus cumpleaños, lo que le hacía sentir muy especial, aunque comprendía que era momento de compartir esos detalles con más personas que realmente lo merecían, como era el caso de su hermano pequeño.

En ese momento pensó lo agradable que sería poder ir todos a Hogsmeade y, al volver, celebrar el cumpleaños de Regulus. Seguían con una relación escondida a los ojos de los demás, aunque él había comenzado a tomar cartas en el asunto, admitiendo que sólo se había rumoreado sobre su relación con Remus para que dejaran en paz a su novio, que realmente era un Slytherin. La gente parecía querer saberlo, de hecho algunas personas le habían preguntado de forma directa, pero él sólo sonreía y decía que era un hermoso secreto.

La rivalidad que crea la atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora