Remus ingresó antes que su amigo, intentando buscar la atención de la enfermera para conseguir una pequeña consulta que siempre era privada. Debido a su condición, era apartado al despacho de Madame Pomfrey, que estaba dentro de la misma enfermería, de esa forma se aseguraban de que nadie se enterara de lo que ocurría.
Caminó hasta aquel despacho, cruzando los dedos para que Sirius pudiera conseguir toda la información necesaria en el poco tiempo que disponían.
El moreno estaba con la oreja pegada a la puerta que se encontraba entornada, perfecta para poder enterarse de lo que ocurría. Miró de lado a lado, comprobando que la puerta del despacho se cerraba, por lo que se apresuró a acercarse a las cortinas corridas. Desgraciadamente, había tres, por lo que tendría que ser cuidadoso. Abrió una de ellas lo menos posible, encontrando a una chica dormida. Al ir a la segunda se percató de un leve canturreo que no parecía de Jackson, así que decidió entrar a la última opción posible.
—¡Black! —exclamó el chico asustado—. ¡No te acerques a mí! ¡Pienso avisar a la enfermera!
Sirius le chistó para que dejara de dar voces, percatándose de su rostro arañado y su mano vendada.
—No voy a hacerte nada, sólo quiero saber qué ha ocurrido en el despacho del director.
—Sí, claro. ¡Todo esto es por tu culpa! —El chico parecía tener ganas de llorar.
—No, tú empezaste esto al acceder a hacerle daño a Severus y si me entero de que habéis dicho algo sobre él...
—Yo no he dicho nada. Sólo quiero que me dejéis en paz. Ya no he vuelto a acercarme a él, no he vuelto a hacerle daño. —Secó las lágrimas que salían de sus ojos—. No sé lo que ha dicho Mary porque ella ya había sido expulsada cuando yo he entrado al despacho, lo juro.
El de rizos sólo asintió. No sentía pena, pues realmente sí que le había seguido haciendo daño. Severus no iba a poder recuperarse así como así de sus palabras, era muy consciente de ello. Desde su ataque se mordía las uñas nerviosamente, dañándose sus propios dedos. En ocasiones le sentía tenso, como si aún tuviera la sensación de ser perseguido.
Salió de allí, pero antes de que pudiera llegar a la puerta, el despacho se abrió.
—¿Qué hace usted aquí, Black? —preguntó la enfermera.
—Disculpe, Madame Pomfrey. Remus me ha dicho que se sentía mal y que vendría a que le revisaran, pero he sentido que tardaba mucho, por lo que he venido a buscarle.
—El señor Lupin estará bien en un periquete, pero necesita descansar y dejarse de tanto alboroto. ¡Lo digo por usted especialmente! —regañó la mujer.
Remus le sonrió casi en una muda disculpa, aunque Sirius sólo le respondía que tenía toda la razón y que sería mucho más cuidadoso con su amigo.
—Vamos, Remus. Hoy nos quedaremos leyendo algo en la cama. —Sirius cogió su mano y le llevó con él hacia la salida—. ¿Por qué no me has dicho que necesitabas...?
—Suelo sentirme así, Sirius, pero no me gusta estar viviendo continuamente como si estuviera desvalido —explicó quitándole importancia—. Nada que no pueda solucionar con un poco de chocolate.
—Tengo en mi mesilla de noche. Vamos al cuarto.
—¿Has conseguido alguna información? —preguntó.
—Jackson niega haber contado nada de lo ocurrido.
—¿Y le crees? —El moreno asintió convencido—. ¿Por qué estás tan seguro?
ESTÁS LEYENDO
La rivalidad que crea la atracción
FanfictionEntrar a Hogwarts despierta un sentimiento único. Para muchos es considerado su segundo hogar. Severus lo verá como el único dónde podrá escapar de los abusos de su padre. Sin embargo, no todo será fácil para él, pues su turbia infancia provocó que...