Capítulo 72

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Noah.


Seguimos la fiesta de en casa de Alek que habla dirigiéndose a mí, pero no prestó atención, diría que me siento mal por ello, sin embargo, mentiría, ya que solo tengo en mente a una sola persona, Lucía, por lo que tomo el celular disculpándome y retirándome del bullicio para llamar a Ida. 

Regreso a la sala y les comento que nos tenemos que retirar y aunque Lucía me cuestiona en varias ocasiones no le digo nada y paso de largo con Alek que también interroga, pero solo le guiño un ojo y sigo mi camino regresándole la sonrisa que me regala.

Entramos al auto y Lucía me observa dar vuelta al auto subiendo al asiento de piloto esperando una respuesta. Su cara es de preocupación y noto como su respiración es pesada, por instantes no dice nada. Enciendo el auto y comenzamos nuestra marcha sin que deje de mirarme y sé que en cualquier momento explotará por lo que me decido a hablar.

-Vamos a seguir la fiesta solo nosotros dos- digo -Hablé con Ida y todo está bien- le confirmo lo que necesita escuchar y tomo su mano besándola mientras escucho como respira aliviada y acaricia mi mejilla.

-Noah Lehmann pensé que había pasado algo con las niñas- repone

Llegamos al hotel y camino a la habitación no me importa que las cámaras del elevador graben como me adueño de la boca de mi esposa y mis manos recorren todo su cuerpo, ya que soy lo suficientemente alto y robusto para cubrir el cuerpo de Lucía y ocultar su rostro y en todo caso no me importaría desembolsar cierta cantidad para desaparecer estas grabaciones. 

Paso la tarjeta de acceso y al entrar a la habitación no me puedo contener besándola con absoluto desespero. 

Lucía ya es parte de mi ser y me alegra que me responda de la misma manera. No se quien de los dos necesita más del otro.

Sus manos son agiles desabrochando mi camisa hasta que sus manos frías recorren mi pecho desnudo, bajando para deshaciéndose de mis jeans y yo hago lo propio sacando su blusa y desabrochando su falda dejándola solo en ropa interior. 

Es increíble lo sensual que es. Nunca me cansaré de mirarla. 

Sí pudiera llevar una imagen de mi mujer pegada a la mente, sin duda alguna sería esta.

Cualquiera que la viera dudaría de su edad y esos tatuajes que solo le hacen ver mucho más sexy ponen en duda de que sea madre de dos pequeñas, que por suerte, yo soy el padre de ellas. No soy prejuicioso, eso es obvio, solo estoy recalcando lo afortunado y dichoso que soy de que Lucía sea mi esposa, mi mujer, madre de mis hijas y mi compañera de vida.

Eso es lo que nos hace perfectos el uno para el otro. No somos iguales, pero tampoco somos polos opuestos, no somos el príncipe azul ni la princesa de un cuento de hadas, ni mucho menos somos como el perro y el gato, simplemente tenemos metas en común y mucho, mucho amor el uno por el otro.

-Hola señora Lehmann- digo al conectar sus ojos con los míos dando una ligera nalgada en su lindo trasero para después tomarla  entre mis brazos y llevarla hasta la mesa que forma parte de la decoración de la habitación donde la siento.

Mi desesperación es demasiada y no puedo contenerme para tomarla en la cama, el camino es demasiado largo.

Desabrocho su brasier y degusto sus senos, sus maravillosos senos sintiendo como hunde sus dedos en mi cabellera halándolo de vez en vez disfrutando de mis labios en sus pezones erectos. Beso su cuello y mis manos rasgan sus pantys acercándola a mi tomando su cintura paseando mi miembro por sus humedad. Disfruto unos instantes de la sensación de tenerla así, tentándola, acariciándola, besándola para después introduciéndome en su humedad. 

Mis empellones son profundos por lo que Lucía intenta sujetarse de mis brazos, pero el sudor que me recorre se lo impide así que la tomo más fuerte de la cintura paseando mi mano libre por sus senos y abdomen. Sus jadeos son fuertes indicándome cuanto es que disfruta de esto sintiendo como sus uñas llegan y arañan mi espalda.

-Me vuelves loco preciosa- jadeo agitado, preso del deseo por mi mujer. 

Continuo con mis acometidas en su canal hasta que nuestros cuerpos se dejan llevar envueltos en deseo por los espasmos que nos recorren y liberamos en gritos de satisfacción. 

Me recuesto en su pecho tomando con más fuerza su cintura pegándola más a mi. Me encanta tener el contacto de Lucía de esta manera.  La amo tanto.

-¿Todo bien?- inquiere con la respiración agitada. Sus latidos hacen ruido en mi oído pegado a su pecho y sus manos acarician mi espalda. Solo asiento con la cabeza al tiempo que la tomo en mis brazos enredando sus piernas en mi cintura y me guío hasta la cama donde me recuesto llevándola sobre mi pecho dejándonos vencer por el cansancio.

Despierto y ya está amaneciendo. Lucía está desnuda sobre la cama envuelta entre las sábanas dejando parte de su cuerpo al descubierto. La contemplo sentado sobre la cama y rememoro la primera vez que estuve con ella. Aquella vez en Chicago jamás me imaginé que llegaría a tener una familia y que compartiría mi vida con ella, mi vida ahora es de ella. Mi vida es ella.

Mi mano recorre su pierna al tiempo que beso su espalda hasta que mis labios se posan en su trasero.

-Buenos días- dice con voz ronca removiéndose buscando mi tacto.

Me cuelo entre las sábanas directo a sus muslos y después a su sexo. Coloco sus piernas sobre mis hombros y lo degusto ansioso. Sabe exquisita. Mi mano viaja a desde su abdomen hasta llegar a sus senos entrelazando sus dedos con los míos.

-¡Noah!- sí tan solo supiera que me encanta escuchar mi nombre es sus labios y más cuando lo hace entre jadeos como ahora. 

Chupo su clítoris descubierto y mi lengua da pequeñas pero certeras lamidas probando sus jugos.

Hincándome en la cama libero sus piernas de mis hombros y tomo sus caderas halándola hasta quedar mi sexo dentro del suyo. Se apodera de mis manos con fuerza y sus piernas se envuelven en mi cintura entrando una y otra vez sin dejar que sus hermosos ojos cafés se apartan de los míos.

-Te amo- leo en sus labios mientras su vista se nubla llena de gozo.

Amo sentir su cuerpo temblar de placer, placer que yo con gusto le proporciono y me dejo envolver por el mismo deleite que Lucía me proporciona. Solo ella es capaz de hacerme sentir de este modo. 

Estar con Lucía es como estar en el  limbo y tomado de su mano es como caminar entre nubes con una enorme sensación de paz y cuando no está, un vacío se instala en mi pecho que solo desaparece cuando vuelvo a estar con ella.

-También te amo preciosa. Te amo.

Toda una vida. (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora