Capítulo 77

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Noah.

Lucía me acaba de decir que se besó con el tal Santiago. Siempre supe que ese tipo gustaba de ella, lo que no me imaginé es que a ella también le agradaba. Desearía que no fuera así, pero yo soy el único responsable.

-Lucía- musito mostrando la molestia que eso me ocasiona.

-Tú ya dijiste lo que querías decir, ahora me toca a mi- me calla y es cierto. Ahora solo toca callar y apechugar. 

-¿En qué me quedé? Ah sí, ya recordé. Me besó- vuelve a recalcar haciendo que las las tripas se me retuerzan  -Y le agradezco- culmina. 

Ya sé que me quiere hacer sufrir pero esto ya es mucho. 

La miro sorprendido, pero decidido a seguir escuchando 

-Sí, le agradezco, porque gracias a ese beso fue que me di cuenta de que no quiero besar otros labios que no sean los tuyos- me confiesa al tiempo que mi cara se ilumina y sonrío.

 ¡Lucía aun me ama!

-Solo quiero besar tus labios Noah- dice encogiéndose de hombros  -¿Qué aun me duele todo lo que pasó? Sí, claro que sí. Pero seamos conscientes, nos quedan ¿qué? ¿Unos 20, 25 o a lo mucho y sí bien nos va 30 años? Digamos, bien, buenos y medio sanos y esperemos sin tantos acaches-  ríe -Y yo- mis pies toman vida propia caminando a donde ella se encuentra - Yo los quiero pasar contigo. Simple y sencillamente no quiero amanecer al lado de alguien más, no quiero amar a alguien más que no seas tú.

Cuando llego a ella tomo su hermosa cara con ambas manos mirando esos hermosos ojos cafés que tanto me gustan solo para comprobar que todo lo que acaba de decir es verdad y uno sus labios con los míos. 

¡Dios! Sí, sus labios también son los únicos que quiero, son los únicos que deseo. 

Sus manos se cuelan debajo de mis brazos y me abraza fuerte a su cuerpo mientras su aliento, su aroma y su lengua invaden todo de mi. Esto es lo único que necesito. 

Después de un largo beso cargado de urgencia y desespero por parte de ambos uno mi frente con la de ella.

-Perdóname Lucía- expongo ganándome una sonrisa de esos labios que tanto anhelo.  

Pero Lucía no es de palabras, sé perfectamente que lo que diga no tendrá valor alguno a menos que lo demuestre con mis acciones, acciones que de ahora en adelante se encargarán de hacerla más feliz cada día.

Enreda sus manos en mi cuello jugando con mi cabello y mis manos viajan a su espalda bajando lentamente elevándola y sentándola en la cómoda de mis corbatas. Con sus labios unidos a los míos duramos así no sé cuánto tiempo, pero no quiero parar. La beso con vehemencia. 

La extrañaba tanto.

El tiempo pasa lento mientras sigo enredando su lengua con la mía, respirando el mismo aire y mis manos recorriendo el cuerpo que tanto nos gusta.

-Te dije que funcionaría- susurran del otro lado de la puerta y Lucía detiene el beso apartándose  de mí bajando de la cómoda yendo tras esas pillas que tenemos por hijas hasta su habitación y yo detrás de ellas.

Cuando llegamos están cubiertas por completo con una manta rezando a todos los santos que conocen ya que su madre está furiosa.

-¡Agnes, Natalia ¿qué hicieron?!- cuestiona Lucía que al no obtener respuesta retira la manta descubriéndolas. 

Están abrazadas una a la otra y la cara de preocupación en eminente mientras con sus miradas piden mi ayuda.

-¿Qué hicieron?- vuelve a interrogar, pero sigue sin respuesta - ¡Agnes y Natalia Lehmann González ¿qué hicieron?!

Toda una vida. (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora