Capítulo 51

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Siempre escoltada por mis dos acompañantes comparto y charlo con algunos invitados que me observan raro. No estoy acostumbrada a este tipo de eventos, pero Alek me tranquiliza recalcando que es por mi aspecto ¿me veo mal? ¿tengo algo entre los dientes? Pues no, según el es porque me veo sumamente bien.

Recibo los halagos ya que si hay algo por lo que los Lehmann  se destaquen, es por ser sinceros. Acepto unos cuantos tragos de algunos acompañantes y también por parte del padre de Noah, es muy atento el señor, me recuerda un poco a Noah, pero también lo hace su abuelo, creo todos son muy parecidos.

Mis ojos detectan a ese hombre que me trae de una ala, como siempre, está guapísimo. Lleva un traje de 3 piezas y corbata en color azul, resaltando sus ojos. Sonríe y platica amenamente así que decido no interrumpirlo y vuelvo a la charla con las personas que me acompañan hasta que a mi espalda alguien me invita a bailar, lo cual acepto reconociendo la voz de inmediato.

Me guía hasta la pista de baile donde no deja de mirarme poniéndome algo nerviosa y empeorando más mi estado al hacer comentarios sugerentes a mi oído erizando cada bello de mi cuerpo, pero no me dejo intimidar tanto y regreso el halago subiendo la rodilla sugerentemente.

Toma mi mano y creo se molestó un poco por lo que hice, no era la reacción que quería, pero cuando veo su expresión sé que no le molestó sino todo lo contrario. Nos alejamos de la fiesta llegando a unos arbustos donde, como el buen caballero que es quita y coloca su saco sobre uno de ellos para después subir mi vestido con sumo cuidado y sentarme sobre el saco. Libera su pene más que listo y me muerdo los labios sintiendo lo que se avecina. Su brazo aprisiona mi cintura y la mano libre hace la presión requerida apoyándose en la pared.

Entra en mi sin preámbulos ahogando mi gemido en su cuello. Su urgencia no es más grande que la mía dándole vía a su miembro que entra y se desliza sin esfuerzo al estar muy húmeda. Con un hombre como Noah no es tan necesario un juego previo, ya que con solo dedicarte una mirada encharcas las bragas.

-Por favor di que eres mía- gruñe con voz ronca y aunque no quiera creo que ya estoy jodida y sí, soy de él. Ya mis días se reducen a él y a esa bebé que tanto adoro. 

Muerdo su labio y acaricio su mejilla.

-Soy tuya Noah.

Sí soy suya pero también soy mía, eso me encanta de Noah, su sentido de posesión, pero a la vez hace que te pertenezcas a ti misma. ¿No se sí me entiendes? es como si fuera prisionera con la opción de poder salir de la cárcel y hacer lo que quiera, pero siempre regresas a prisión porque es donde te sientes segura, tranquila y en paz.

Cada vez que estamos juntos me hace tocar el cielo con las manos dejándome hacer a su antojo.

Una vez que terminamos me ayuda limpiándome y arreglando un poco mi vestido y regresamos a la fiesta.

Lo acompaño por largo rato, pero no me siento a gusto escuchando platicas de negocios, además que prácticamente no tengo idea de que hablan, así que me disculpo y voy al sanitario que para mi mala suerte se encuentra la mamá de Noah, salgo rápido, no quiero líos y esta señora nomás no me traga, pero logra alcanzarme jalándome hacia ella.

-¿Así qué no te alejaras de mi hijo?- inquiere furiosas y su mano va directo a mi cara, pero la detengo, en la otra lleva una copa de vino que tira directo en el vestido, no digo nada porque sé que si lo hago le soltaré mínimo un par de bofetadas, bien merecidas, pero tengo buena educación y por respeto no lo haré.

-Aléjate de mi hijo o te atendrás a las consecuencias- sigue -¿no te das cuenta? No perteneces a este mundo, no quieras subir más porque la caída será peor- bufo de coraje, mueve su mano y suelto el agarre, estoy a punto de soltarle un golpe, pero Noah aparece.

Toda una vida. (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora