El tan esperado día se llegó.
Estamos todos en la clínica con los médicos preparando todo para el parto ya que yo también ingresaré al quirófano. Quiero ser yo quien reciba y tenga en brazos por primera vez a mi hija.
Para algunos podría sonar egoísta, pero Kate está firme en su posición, así que decidí que era lo mejor. No sé tanto respecto al tema y por lo poco que he leído tengo entendido que los bebés sienten cuando no son deseados y lo menos que deseo es que la primera impresión de mi hija sea que no es amada, porque lo es y se lo haré saber en cuanto la tenga por primera vez en mis brazos.
Con Kate acordamos que pasaría con nosotros la cuarentena para ayudarle en su recuperación, arreglaríamos los papeles de la nena y se marcharía.
En la sala de espera solo puedo caminar de un lado al otro desesperando a los presentes que me piden calma, pero ahora mismo carezco de todo. Ingresamos al quirófano y estoy nervioso. Las manos me sudan, el aire me falta y creo que me desmayaré en cualquier momento, pero después de ver su cabecita seguida de su cuerpo y por fin escuchar un llanto, mis ojos se humedecen y todo desaparece.
Es tan hermosa, tan perfecta y tan pequeña que apenas y lo puedo creer.
-¿Quieres cortar el cordón?- indica el médico.
-Claro- aseguro con mis manos temblorosas. Seco mis lágrimas y tomo las tijeras que me ofrece. Me señala dónde lo haga y corto.
Estoy emocionado, tanto que las lagrimas vuelven a nublar la vista.
Toman a la nena que se llevan para medirla y pesarla.
– Tres kilos con cien gramos- escucho decir a una enfermera que le revisa de pies a cabeza, la limpia un poco y la enreda en una manta.
–Está en perfectas condiciones, ¿quiere cargarla?- pregunta la enfermera dirigiéndose a Kate.
-¡No!- contestó rápidamente -désela a su padre- indica.
La enfermera camina hasta llegar a mí y pone a mi hija en mis brazos. Ni idea de cómo hacerlo por lo que la enfermera me convence de que no pasa nada siempre y cuando lo haga de la manera correcta la cual me muestra, recalcando que siempre sostenga su cabecita.
La contemplo en mis brazos temeroso de hacerle daño hasta que se las retiran para asearlas.
Kate pidió una habitación independiente por lo que fui a verla en cuanto me indicaron. Se encuentra bien, algo adolorida, pero nada más.
-Ve con ella- dijo al notar mi impaciencia.
-Gracias Kate, en serio muchas gracias -le dije tomando su mano y en verdad que no sabía la inmensa felicidad que sentí al tener a mi hija en mis brazos.
Kate con su mano libre hizo un ademán para que me fuera y salí de ahí casi corriendo.
Al llegar a la habitación de la nena mi madre la tenía en brazos y todos alrededor de ella ni notaron que había entrado a la habitación. Contemplé la escena y mis ojos se volvieron a humedecer.
La familia ha crecido y este retrato siempre lo guardaré.
-Felicidades hijo, es una beba hermosa- mi padre fue el primero en notarme dándome un fuerte abrazo.
Le siguieron el abuelo, Alek y mi madre que se acercó con ella y comenzó a llorar. Intentó calmarla en vano, hasta que la puso en mis brazos fue que su llanto ceso por completo.
-Reconoce los brazos de su papá– dijo el abuelo, mejor dicho, bisabuelo.
-Por supuesto que Agnes reconoce a su padre ¿no es así nena?- dije sin dejar de mirar a mi hija. Es hermosa.
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Toda una vida. (Terminada).
RomanceNoah es un empresario multimillonario. Alto, guapo, atractivo. Sin líos o compromisos. Todo cambia poniendo su mundo patas arriba con la noticia de un antiguo amor y el encuentro fugaz con una chica que ¿empeorara o tal vez mejorará las cosas?