Capítulo 37

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No sabían cómo habían llegado a ese punto, pero Dulce y Christopher se encontraban en el umbral del cuarto besándose como avorazados. Definitivamente ambos habían decidido hacer lo que sentían.

Él conocía sus puntos débiles, así que decidió complacerla. Sus dedos ágiles volvían a sentirse atraídos por aquel cuerpo que un día le perteneció, y sin dilación se deslizaron por el interior de aquellos pantalones que tan buenos recuerdos le traían, hasta encontrar el botón mágico que la haría estallar. Un gemido es muestra más que suficiente de que lo ha encontrado, mientras ella le ayudaba a acariciarlo al ritmo que más le convenía.

Él también quería ser complacido y ella entendió sus señas. Abalanzándose sobre su cuerpo, se dejaron caer sobre unas sábanas que poco tiempo mantendrían su posición. No había tiempo que perder. Ambos cuerpos se acoplaron mientras la música de sus almas sonaba al ritmo que marcaban sus bailes. La boca sólo servía para emitir suspiros y gemidos de placer, no había muestras de cariño ni de amor, sólo locura pasional.

La agitación les impedía encontrar la postura más adecuada. Fue ella quien decidió tomar las riendas. La excitación aumentaba cada vez más, al igual que el ritmo de su galopeo mientras sus dedos se clavaban como puñales en la espalda de su hombre. Y tras la locura del éxtasis, los dedos aflojaron, los cuerpos se sosegaron y aparecieron los primeros gestos de ternura…

1. To the moon, and backDonde viven las historias. Descúbrelo ahora