1. To the moon, and back

Capítulo 143

Al rato Christian escucha cómo alguien toca la puerta de su cuarto.

- Chris, soy yo... ¿Podemos hablar?; se escucha a Christopher desde el otro lado.

- ¿Qué tal estás?; pregunta Christian preocupado mientras le abre.

- Más tranquilo...; suspira Uckermann sentándose en su cama.

- ¿Qué tal se lo tomó?; lo cuestiona el pollo queriendo saber de su amiga.

- Mejor de lo que imaginaba... Aunque ya sospechaba que había algo entre Dul y yo, y que tú lo sabías; le explica Christopher.

- Tengo que hablar con ella...; comenta Christian sintiéndose culpable.

- Sí, apóyala mucho...; suspira Ucker.

- ¿Y con la Chucky, qué?; pregunta el pollito curioso.

- No sé qué hacer...; le responde Christopher mostrándose confuso.

- ¿Ella sabe que ya has roto con Naty?; lo cuestiona Christian.

- Sí, se lo dije antes de irme...; responde Uckermann mientras recuerda el beso que le robó.

- Pues tú ya has hecho lo que debías. Ella sabe lo que sientes. Ahora la decisión está en sus manos...; explica el pollo.

- Y eso significa que...; lo insta Christopher a terminar su frase.

- Eso significa que debes esperar a que ella venga a ti, o eso creo yo; le sugiere Christian.

- Sí, tal vez sea lo mejor. Tampoco la puedo estar agobiando las veinticuatro horas del día...; acepta Ucker la propuesta de su amigo.

De nuevo, interrumpiendo su conversación, alguien hace sonar la puerta de ese cuarto.

- Reunión en el pasillo chavos; anuncia sonriente Pedro.

- ¿Qué ocurre?; pregunta Maite cuando todos están reunidos.

- En dos horas y media exactamente hacen su aparición triunfal en el photocall. Los quiero guapos y radiantes, dispuestos a mostrar sus mejores sonrisas a todo el público que los estará esperando. A las nueve menos cuarto los paso a buscar mis polluelos; se despide Pedro tomando de nuevo el ascensor.

Mientras todos se dirigen alegremente a sus habitaciones, dos miradas tristes se cruzan en aquel tumulto de gente... «¿Qué demonios estamos haciendo con nuestras vidas?», se preguntaban en silencio el uno al otro mientras cabizbajos se internaban en la soledad de su cuarto.