1. To the moon, and back

Capítulo 133

El día de la presentación había llegado, y los seis RBDs habían decidido juntarse a comer acompañados de parte de su equipo en un conocido restaurante de la ciudad, antes de la rueda de prensa que se celebraría esa misma tarde.

Pedro, Luis y Guillermo presidían aquella mesa, esperando a sus niños consentidos. Poncho fue el primero en llegar. Pocos segundos después entra Maite con su habitual alegría, seguida muy de cerca por Christian y Christopher, quien disimuladamente buscaba con la mirada a Dulce o alguna de sus pertenencias.

- Esto... ¿Qué tal todo? ¿Y las chavas?; pregunta Ucker visiblemente nervioso.

- Ya, no seas intenso...; le regaña el pollito mientras le regala un codazo.

- Aprovechando que aún no han llegado... ¿Qué demonios se traen tú y Dul?; pregunta Pedro.

- Han vuelto a las andadas, oootra vez...; anuncia Christian.

- ¿En serio?; comenta asombrado Luis.

- Sí, ya sabes. Que si tú, que si yo, que si nos queremos, que si no, que si nos peleamos, que si nos reconciliamos... Ahora están peleados y aún no sé qué hacer para juntarlos; explica el pollito.

- Ya Christian, habla de tu vida, ¿no?; apostilla Christopher molesto.

- Y hablando de la reina de Roma...; anuncia Guillermo la llegada de Dulce y Anahí.

Es la güera quien camina delante de la pelirroja, saludando a todos los invitados mientras asume las culpas de su tardanza. Detrás de ella, Dulce sigue sus pasos, besando a todos aquellos que su amiga ya había saludado. Y cuando Annie ya había terminado y procedía a sentarse, a Dul aún le quedaba alguien a quien saludar. La tensión se hacía notar en el ambiente, y más teniendo en cuenta las explicaciones dadas por Christian que hacía que todas las miradas girasen hacia ellos dos. Un «Hola Christopher» acompañado de un fugaz beso en la mejilla fue lo único que se sintió en aquel comedor.

No sabemos si por el destino o por la imperiosa necesidad que tenían todos los invitados de cumplir su labor como celestinos y celestinas, de nuevo, Dulce y Christopher terminaron relegados a una esquina de la mesa, lugar ideal para que al fin se produjese la conversación que tanto anhelaban.