Capítulo 125

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Cuando Annie dijo sofá, bien sabía que poco aguantarían en ellos. De hecho, ya estaban tumbados en la alfombra. Una pierna por encima de la otra, una mano que se agarra a la de al lado, las primeras sonrisas, y por supuesto, los primeros parones. En dos minutos habían visto tres fotos. Todas tenían una historia que merecía la pena ser contada de nuevo. En esos instantes, todo estaba volviendo a ser como siempre había sido... A lo mejor no se habían visto en años, pero se lo estaban pasando como nunca y, sobre todo, se querían como siempre. A cada imagen que pasaba, la unión se hacía más grande, y poco tardaron las primeras lágrimas en aparecer...

Éstas salían a borbotones de los ojos de Maite, quien se había emocionado al ver su abrazo en el último concierto. A su lado, Poncho y Christian no podían de la risa, mientras Christopher miraba atónito aquel espectáculo. Annie, con los ojos cristalinos, rebuscaba en sus bolsillos algún pañuelo que finalmente no encontró. Dulce fue la única que reaccionó:

- Mai, no llores. Si estamos juntos de nuevo...; intenta animarla con un achuchón.

En ese momento, a Christian se le prende la bombilla de las ideas.

- Ay no, no puedo con este drama. ¿Sabes qué? Mejor quédate tú aquí para consolarla...; se levanta el pollito de su lugar, empujando a Dulce hacia el suelo, haciéndola quedar embutida entre Maite y Christopher mientras él se marcha al lado de Anahí.

La pelirroja se intenta levantar, pero unas manos debajo de la manta la agarran, impidiéndole que se aleje de él... Y, mientras Dulce intentaba no rozar ni un milímetro de su piel con la de Ucker, Christian seguía con su particular función de celestino.

- ¿No tienen frío? Júntense un poco...; se queja el pollo.

- Sí, que los de las esquinas somos unos marginados; le sigue Poncho el juego tras un guiño.

- Pero serán mensos... ¡Si hay más mantas!; comenta Dulce levantándose de su lugar.

- ¡Así ya tenemos todos más sitio!; comenta Christopher entre risas mientras tira de ella para sentarla entre sus piernas. La muchacha intenta levantarse de nuevo, pero Ucker ya se había encargado de entrelazar sus manos a su pancita, como lo había hecho semanas antes en una bañera no muy lejana... Dulce se da por vencida, disfrutando de las imágenes que pasaban en la pantalla que tenía enfrente. «Lo que tenga que ser, será...», piensa la muchacha mientras se acopla al cuerpo de Christopher.

1. To the moon, and backDonde viven las historias. Descúbrelo ahora