1. To the moon, and back

Capítulo 116

Christopher, decidido, abre la puerta de aquel cuarto que había abandonado horas antes, aunque mucho más desordenado en esta ocasión… La idea había sido de Annie, quien prohibió recoger nada a Dulce, intentando que el muchacho descubriese la verdad por sí mismo.

Ucker se adentra en aquella habitación, mientras los recuerdos atosigan su mente a cada paso que da, en dirección al teléfono que permanecía inmóvil en aquella mesita de noche. Lo agarró sin dudarlo, dispuesto a abandonar aquella casa para siempre, pero algo llamó su atención. La guitarra que un día utilizó Dulce para contarle cómo se había sentido, reposaba en una esquina de la cama, envuelta entre papeles que descubrían la letra de una nueva composición. El joven no pudo evitarlo, y se abrazó a aquella guitarra como si estuviese abrazando a su amor, en busca de un olor del que no podía desprenderse. Entre los papeles, uno le llamó la atención más que el resto, uno lleno de tachones en los que apenas se podía leer el título de una nueva composición: «Pensando en ti…» El corazón de Christopher dio un vuelco, pero su mente pronto lo trajo de vuelta a la realidad. Recordando el beso que su mente había visto hacía varios minutos, dejó bruscamente la guitarra en su lugar.

A punto de abrir la puerta de aquel cuarto, el cuaderno abierto que se hallaba sobre el escritorio hace que sus ojos giren en esa dirección, parándose frente a él, empezando a leer: «Sé que he fallado, lo confieso y me arrepiento. Quisiera regresar el tiempo, para besarte sólo una vez más. Y no sé, no sé si mañana te irás, no sé si te quedas o ya no estás, tal vez maté tus ganas de amar…»

- ¡No!; grita Christopher cerrando de golpe aquel cuaderno mientras corría en dirección a la salida.

- Chris, espera por favor… ¡Todo tiene una explicación!; suplica Annie detrás de él.

Ya era tarde, el joven bajaba apresuradamente las escaleras de aquel edificio en dirección al exterior. ¿Cómo demonios iba a olvidarla si no dejaba de pensar en ella?, se preguntaba mientras, esta vez sí, las lágrimas caían por su triste rostro. ¿Cómo demonios iba a olvidarla si la veía en todos lados?, aunque para esta cuestión ya había encontrado la solución perfecta, o eso creía él…