Capítulo 62

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Tras unos segundos sumida en la impotencia, Dulce logra calmarse y se dirige al baño en el que aún quedaban los restos de su baño relajante. Tras limpiar la bañera y recoger la ropa del suelo, se mira al espejo y se ve cual Cenicienta en sus peores tiempos. Envuelta en un albornoz aún mojado y con el pelo enmarañado, muchos no reconocerían a la princesita que ven a diario en las portadas de las revistas.

Decide acabar con aquel desastre y se desprende del húmedo albornoz para envolverse en una toalla seca. Hacía frío, necesitaba un pijama a prueba de vientos con el que cubrirse, por lo que se dirige a su habitación. Su alborotado cabello podía esperar.

Avanzaba por el pasillo en dirección a su cuarto cuando nuevamente el sonido del timbre vuelve a interrumpir sus actividades.

- A ver qué se le olvidó ahora a esta mensa…; piensa Dulce tras dar media vuelta en dirección a la puerta.

- ¡Ya voy Blanca! ¿Qué te has dejado?; vocifera la joven mientras abre la puerta sin echar un ojo al pestillo.

- No… No soy Blanca; tartamudea una voz en la puerta ante tal panorama.

- ¿Qué haces tú aquí?; pregunta la pelirroja mientras empuja la puerta con las dos manos intentando cerrarla.

Mientras forcejeaban a un lado y al otro de la puerta, la toalla en la que seguía envuelta la joven cae al suelo. Christopher, avispado, la agarra rápidamente para hacerse su dueño.

1. To the moon, and backDonde viven las historias. Descúbrelo ahora