∆Cuatro∆

28.1K 2.3K 480
                                    

María Isabel

Es hora de salir de la oficina, no pude concentrarme en los putos libros a corregir por esos jodidos insoportables que buscan casarme.
Hice mal mi trabajo, algo que nunca había pasado, siempre fui muy cuidadosa en cada cosa, no me gustan los errores y yo misma los estoy cometiendo.

Me irrita no poder olvidar sus promesas, por más que hayan dicho que se detendrían si me negaba a casarme no les creo, su actitud reflejaba otra cosa, si me quieren me tendrán, eso es lo que ellos creen que pasará.

Muchos pensarán que soy una tonta por no aceptar una propuesta así, pero mi orgullo no me permite ser dominada por esos hombres, ellos no mandan sobre mi o sobre mi futuro. De dónde vienen en normal que manejen a las mujeres a su antojo, la tendrán difícil con alguien como yo.

- Voy a retirarme, señorita ¿Desea alguna otra cosa antes de que me marche?- Elona siempre hace bien su deber.

- Dos cosas, la primera que me llames María, como ya te lo he pedido hasta el cansancio; y la segunda que no menciones a nadie lo que viste en la oficina del jefe, no me gustaría estar en boca de todos ¿Si?- ella asiente con una sonrisa.

- De mi boca no saldrá nada, seré una tumba. Señ... María, el jefe tampoco se ha ido todavía, creo que espera por usted- cierro los ojos tratando de calmar las ganas de morderle la otra nalga.

- No te preocupes, ve tranquila. Que pases una buena tarde, Elona- se despide como todas las tardes y me deja sola.

No quiero ir al estacionamiento y encontrarme con alguno de ellos. Nunca fui una cobarde que huye de sus problemas, pero lo veo como una hermosa alternativa hoy, no tengo mente para verlos.

¿Para qué carajos ir al estacionamiento? No vine en mi automóvil, mi cabeza es un caos.

Aceptar ese matrimonio sin luchar les dará la confianza de que podrán hacer lo que quieran conmigo, algo que yo no estoy dispuesta a soportar, no lo hice con Antonio no pienso hacerlo con ellos.

Tengo que encontrar una solución para no ceder, aunque mi abuela si necesita de ese tratamiento, y cada vez se hace más difícil conseguir los medicamentos, no por falta de dinero -tengo un muy buen sueldo-, sino porque las farmacéuticas están dejando de producirlos ¿A dónde quiero llegar con esto? Ellos tienen tanto poder que podrían ayudarme a conseguirlos o comprar las jodidas farmacéuticas.

El divorcio no es una opción, y eso es lo que más me mortifica, tendré que vivir con ellos para siempre. Por mi abuela haré lo que sea, así como ella lo hizo conmigo por años. Les dejaré en claro que yo no soy un juguete.

Hablando de mi abuela, tengo que ir a verla y contarle lo que pasa, siempre hemos tenido una relación muy estrecha, al ser las únicas dentro de la familia desarrollamos confianza, una que parece difícil de creer.

Preparo mis cosas para salir, tengo que a la farmarmia por esos medicamentos, ya los he comprado hace unos días, pero ante la amenaza de detener la producción adquiero varias cajas falsificando algunas recetas.

Iría a prisión si alguien sabe de mi fraude, y peor aún, arrastraría al doctor conmigo.

- María- cierro la puerta cuando ya estoy fuera de la oficina, no me han dejado respirar, ya están detrás de mi.

- No voy a escaparme de España, jefes- llego hasta el ascensor y me preparo para bajar, los cinco ingresan en el espacio que ahora es muy reducido.

- Lo sabemos, no eres precisamente una cobarde- habla el gemelo uno.

- Olvidé preguntar sus nombres, me cansé de llamarlos por apodos en mi mente- me ven con interés y los cinco voltean a verme, me arrinconan contra las paredes del ascensor.

Foto internacional (TMHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora