∆Cuarenta y nueve∆

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María Isabel

Mejor.

Así describo en una palabra la relación los dos Abad desde la discusión, nos falta muy poco para volver a lo de antes, lo único que a mi parecer terminaría con el problema de raíz es conversar.

Personalmente opino que esa conversación cerraría todas las grietas que todavía siguen vigentes, cada uno expondría su punto de vista y a partir de ahí encontraríamos juntos una solución, ya no más discusiones sin sentido para personas que ya son lo suficientemente adultos como para solventar sus problemas.

La tan esperada conversación se daría en un restaurante elegido por mí, conozco muy pocos lugares de aquí pero hay uno en especial que en poco tiempo se convirtió en mi favorito por la calidad de la comida que sirven ¿Por qué en un restaurante y no en la mansión? Fácil, al ser personas tan importantes, no solo en el país sino también en el mundo, deben cuidar las apariencias por lo que muy dudosamente harían un escándalo por ver a Ibrahim en la reunión.

No me gusta intervenir en situaciones familiares dónde claramente no soy participe, pero la presencia de Ibrahim es para defender mi postura por si alguno de ellos todavía duda de mí, aunque sería reconfortante que utilicen esa cena para poder cerrar las heridas del pasado.

Es un poco hipócrita viniendo de mí cuando Esteban Ortiz por poco estalla mi teléfono por la cantidad de llamadas que recibo desde su llegada, repudio al hombre que debió quedarse junto a mi madre y a mí cuando era tan solo una niña.

Claramente que comparar carece por completo de sentido, mi crianza no fue ni siquiera similar a la de ellos y en todo caso el sentimiento de traición es diferente por más que se haya dado por un integrante de la familia.

Predecir las reacciones de los Abad no es tan complicado, ya me cerciore de ello al momento de discutir en la sala de la mansión mi salida con a quién consideran un traidor.

Por alguna razón hay algo detrás de Ibrahim que honestamente me hace dudar de que su huida se haya dado por los motivos que ellos defienden ¿Y si no todo es lo que parece? Porque mi instinto femenino me lo dice y no hay evidencia científica para discutir aquello.

Seguramente esa conversación despejará más de una duda, incluso los rencores del pasado podrían quedarse allí para dar paso a otro tipo de relación más cercana y en donde la honestidad es el fiel reflejo de la hermandad que antes existió.

Me alegraría muchísimo verlos unidos, cosa que solo va a darse si cada uno pone de su parte y hace lo posible por parar orejas y oír lo que tenga que decir Ibrahim.

O como yo lo apodo, el exiliado.

El desafío actual que tengo que afrontar parada al frente del enorme clóset que mis hombres compraron para mí es todavía más complicado que todo lo dicho anteriormente. Al poseer tanta variedad de ropa es muy difícil poder seleccionar una y quedar conforme, más cuando la indecisión es la que guía mi vida desde que tengo uso de razón.

Cada cosa que está colgada en los percheros fue seleccionada por mí a modo de juego cuando Anás me engañó para hacerme creer que lo que hacíamos era vestir a una muñeca.

Al día siguiente recibe cinco cajas cargadas hasta el tope de prendas que como deben imaginar, no eran para nada económicas.
Literalmente les dije que con el dinero que gastaron o mal gastaron en ese enorme clóset, podrían haber alimentado a cientos de niños ¿Para que necesito tanta ropa? No es como si saliera todas las noches.

— ¿Princesa? — golpea la puerta Amin antes de entrar — Es hora de irnos ¿Por qué todavía sigues con la toalla puesta? — oh sí, acabo de salir de una deliciosa y larga ducha.

Foto internacional (TMHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora