∆Cincuenta y cinco∆

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María Isabel

Luché, hice lo que pude para no ser llevada al interior de esa camioneta y alejada de la vida a la ahora me había adaptado con tanta rapidez ¿Cómo volver? Esa pregunta era la que me ayudaba a patalear en los brazos de Antonio.

Un golpe en mi cabeza me dejó en la absoluta oscuridad, esperaba que como el cobarde que es lo hiciera, solo que se tardó más de lo predicho.

La incomodidad a la que mi cuerpo fue sometida en ese auto me lastimó la espalda y las piernas, la posición era sumamente difícil por lo estrecho del lugar, sumado a eso la cercanía de Antonio que me enojaba más.

Desperté unos minutos después del golpe, pero permanecí en silencio y quieta para no alertar a mi idiota captor. Además hablaban de sus siguientes movimientos y yo no podía no escuchar, una por mi natural instinto chismoso y otra por la utilidad de la información.

Voy a escapar con las manos llenas de sangre o información.

El trayecto se sintió muy largo, los caminos desastrosos y la charla ajena era cada vez más aburrida. Lo único útil fue que Hurrem estaba en otro automóvil con ese hombre, Johannes Analdi y que piensa hacerla su esposa en cuanto lleguemos a dónde se esconden.

Me preocupa mi suegra, si a Antonio le hace falta una tuerca en el cerebro, a ese hombre hay que completar la ferretería entera ¿Casarla con él? El odio que siente hacia los Abad pasó de padres a hijos, según su estupenda lógica todo el linaje familiar debe pagar por errores que en realidad no existieron. Hurrem se enamoró de otros y no de él, ese es el pecado que arruinó su presente y afectó su futuro con sus esposos.

Es igual a mi, en las pocas que hablamos sin discutir esa idea se fortaleció. Es fuerte, independiente, leal, amable y luchadora.

No es difícil entender porque sus esposos la ven como la luz de su vida.

Mierda, sufrió en silencio desde hace meses ¿Nadie lo notó? Era tan buena fingiendo que me odiaba que la verdad no es de extrañar que sus actitudes no alertaran a unos esposos tan atentos y preocupados como ellos. 

Tengo que salvarla, ella ya hizo mucho por nosotros. Arriesgó su felicidad para mantener la memoria de su amada cuñada a salvo y así hacerlo con los gemelos al no exponerlos a la crueldad de los medios.

Lo que provoca el odio y envidia de un hombre que no aceptó ser rechazado en su juventud.

Por fin las piezas se unen, ya se sabe quien está detrás de la mierda que mis hombres deben soportar; quiénes son sus cómplices; porque mi amado padre regresó y la inentendible razón de que Hurrem quisiera a Morindia como nuera en vez de mí.

Espero seamos felices después de esto, ya no voy a rechazar lo que sea que venga para mí vida ¿Casarme? Si, ahora quiero hacerlo, encontrarme lejos de esos cinco tontos duele tanto como solo el amor puede.

Lo que no sé es si darle una oportunidad a Ibrahim, él necesita muchos puntos para ser considerado mi novio o un simple pretendiente ¿Se la pondré difícil? Como nunca en su perra vida.

— Baja, cariño — Antonio desata el nudo que rodea y une mis pies, el bastardo lo ajustó tanto que las marcas rojas rápidamente se convierten en moradas.

Él está fuera del auto, yo sigo sentada dentro para alejarme lo más posible de su sucia sonrisa.

— Las manos — las extiendo esperando a que también me libere, no lo hace.

— Oh no, cariño — de un tirón mis rodillas quedan en el suelo, al ser tan brusco no resistí el gritito de dolor que emergió de mi boca — Si mi amada María sigue siendo la misma, no es bueno para mí vida desatar tus manos — se arrodilla hasta quedar frente a mi — Es mejor evitar peligros — intenta besarme, pero volteo el rostro y sus asquerosos labios tocan mi mejilla.

Foto internacional (TMHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora