∆Cuarenta y siete∆

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María Isabel

Una noche dormí en la que se supone es mi habitación, es mucho afirmar que logre cerrar mis ojos para descansar al menos unas horas, no pude, algo me faltaba para conciliar el sueño, alguno de ellos.

Desde que estamos en la mansión no duermo sola, se turnan para compartir la cama conmigo y así evitar discusiones innecesarias. Nunca los vi enojarse por eso, creo que se llevan muy bien compartiendo mujer lo que hace evidente su experiencia en esas relaciones.

Es muy temprano en la mañana, apenas son las cinco y yo me preparo para bajar a la cocina y comenzar con los desayunos, lo hago porque me gusta no porque sea mi obligación, cocinar no se me da tan mal gracias a la abuela, esa mujer es muy buena profesora.

Con esa bendita sandalia entregada por Dios mismo como ayuda memoria a la hora de cocinar los ingredientes y de aprender las recetas.

Desde pequeña aprendí cómo manejar una cocina, tanto salado como dulce se me dan muy bien, un ejemplo son mis manipula-hombres o más conocidas como galletas.

Mi abuelo siempre me repetía lo mismo, a un hombre se lo conquista por el estómago.

Antonio era la excepción a eso, cuidaba tanto sus músculos que no permitía que nadie más cocinara sus recetas, decía que no las haría bien y que se sentía mejor si él mismo cocinaba. Una vez tiró al suelo unas ricas galletas de avena y banana que hice para los dos como postre.

¿Cómo es que no vi las banderas rojas ahí?

Oh sí, estaba perdidamente enamorada de él, mi abuelo no lo sabe o seguro le habría hecho tantas galletas para después metérselas en la boca.

Esa mujer es dura, mi abuelo se arrodilló para una simple cita.

Bajo a la cocina sin hacer ruido, por ahora no estoy de ánimo como para verlos y enfrentarlos, me siento rara desde que dudaron así de mí ¿Siempre sintieron esa desconfianza? ¿O se debe a que se trata de Ibrahim? En cualquier caso hicieron mal en no escucharme y yo en no decirles.

Creo que salir de una relación y estar en otra sin darme un tiempo para mí fue un gran error que ahora pago con creces. Me dejé llevar por mi deseo de ser querida sinceramente, de vivir esa relación de ensueño.

María, lo jodiste bien jodido, así como tus partes siempre que uno de ellos te folla.
Suspiro resignada, es el camino que elegí y por la buena lo seguiré para ver dónde me lleva, si los resultados son positivos daré todo lo que tengo por no fallar, pero si sale mal tampoco voy a arrepentirme.

La vida es así, erramos en muchas cosas y en otras obtenemos la victoria, sin embargo el camino no es fácil.

— ¿Amor? — realmente no esperaba que alguno madrugada tanto, menos Baruk con la cantidad de trabajo que tiene en la empresa.

Un jodido domingo y él despierto tan temprano ¿Qué puedo decir yo? También horneo la masa de galletas que seguía en la heladera desde ayer, soy la menos indicada en decirle algo.

— Buen día, Baruk — saludo sin voltear a verlo, sé quién es por su voz.

— Cielo, es muy temprano para hornear galletas ¿No podías dormir? — no luce molesto, parece que los gritos de ayer no existieron.

Una pena para ellos que yo sea rencorosa.

— No ¿Tampoco tú? — no ahondo en explicaciones, es un milagro que le hable estando tan triste.

Mis manos ya se pegan entre sí por la masa, la hice tan bien que duró un día enterero en el refrigerador.

— Salí a correr un poco, para liberar estrés — una técnica que yo seguía antes y que ahora debo retomar para no perder los pulmones cua do subo los escalones.

Foto internacional (TMHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora