Foto internacional (TMHA)

∆Cincuenta∆

Ibrahim

Para María ya no es un secreto mi atracción hacia ella, y mi esperanza de volver a la familia para formar parte de la suya.

Seguí el consejo que mis tres padres me dieron y le confesé lo que sentía por ella, que si bien no puede compararse a lo que mis hermanos y primos la adoran, sí es un sentimiento que a medida que el tiempo avanza aumenta desproporcionadamente.

Es una mujer que puedo describir como magnífica, lucha por lo que quiere y no es fácil de someter por no decir imposible, mi madre es el fiel ejemplo de aquello.

Me encanta, enloquezco siempre que la veo por las tiendas o el supermercado para hacer las compras con alguno de ellos ¡Soy un enfermo! Seguirla después de que la metí en serios problemas con sus novios no me enseñó un carajo.

Estoy obsesionado con la mujer de mis primos y hermanos, mismos que herí cruelmente en el pasado al irme sin darles una explicación válida, una que siempre existió pero que no pide revelar para proteger a los gemelos.

Burak también es mi hermano, pero su espíritu es más fuerte y resistente que el de los gemelos, desde niños ambos fueron los más protegidos por ser tan alegres y simpáticos, características que deseo preservar a su vejez.

Me desprecio por las lágrimas que les hice derramar al marcharme, más al hacerlo un día después de su cumpleaños, pero ponerlos en riesgo no era una opción.

Morindia Analdi no se detendría ante nada para ser la señora Abad, hasta chantajea a mi madre Hurrem para obtener su apoyo.
Algo me dice que esa loca tiene un apoyo fuerte, uno además de su padre Johannes Anadil.

Salí del país y de la vida de mi amada familia para conseguir más pruebas en su contra, arrinconarlos y destruir su excelente reputación a los ojos del mundo.

Así como ellos lo hicieron con la reputación de mi madre, no soportó el abandono de su esposo por una mujer más joven y menos su etiqueta de zorra por concebir fuera del matrimonio.

En esos años fiera conseguí aumentar considerablemente mi fortuna; me abrí paso en las bolsas de Londres y New York; conocí a presidentes de las naciones más importantes de Europa y me conecté con los enemigos del primer ministro del bajo mundo.

La mafia me apoya desde las sombras para acabar con él, ese fue el trato entre ambos.
Para proteger a mi familia debo decirles la verdad, María me ayudó con eso al organizar una cena en mi restaurante favorito y del cual soy dueño.

¿Cómo no sentirme atraído por ella? Es noble, no busca nada a cambio y lo hace de corazón.

Llegó al restaurante con los pelos de punta por los jodidos nervios, María confía mucho en que sabrán controlarse en público, pero yo no opino lo mismo por el temperamento que se cargan los cinco.

Los ví desde la entrada, su mesa era la más alejada de los comensales, reían y veían a esa preciosa diosa con amor puro en sus ojos, ni con ella los observé tan embelesados.

— No, no voy a escuchar más mentiras — Amin se niega a escuchar a Abdil, hasta yo me veo sorprendido de que me defienda.

Sabe algo, no hay otra explicación para la tranquilidad que expresa su cuerpo a pesar de tenerme cerca, investigó.

— Te prometo por la memoria de mi madre que valdrá la pena lo que dirá — hace años que no menciona a nuestra madre, desde que murió ambos la apartaron de su mente para no sufrir más.

— No prometas en vano, menos por él — dice con evidente asco y desprecio Burak.

— Morindia — es lo primero que mi boca alrga sin pensarlo bien, hasta el rostro de María se contrae en confusión.