∆Treinta y cuatro∆

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María Isabel

Las sorpresas no son algo de mi agrado, odio no tener idea de adónde ir o qué es lo que me espera, me siento insegura en todo momento y por eso no disfruto del trayecto.

Cosa que me está sucediendo ahora mismo ya que los Abad me han invitado a una cita, claro que acepté, quiero ver hasta dónde son capaces de llegar con tal de que sea oficialmente su mujer. Todo iba sobre ruedas hasta que me dijeron que era una sorpresa y que no lo sabría hasta llegar.

La emoción que se albergaba en mi corazón se convirtió rápidamente en temor e indignación, traté de sacar roles en las respuestas a la fuerza incluso, estuve muy cerca de volver a marcar las nalgas de Baruk con mis dientes, mi técnica perdió ante su previsión.

Debo comenzar a pensar en cosas nuevas para no aburrirme, ese truco ya está viejo y posiblemente lo deseche.

Cómo no sé a dónde iremos eligiré ropa no tan formal pero tampoco informal, unos pantalones de vestir negros junto con un crop top rojo y tacones bajos blancos serán outfit, en caso de que haga un poco de frío llevaré una chaqueta de vestir blanca.

No me gusta el maquillaje o mejor dicho no tengo el tiempo y la paciencia como para perderlo en eso, admiro muchísimo a las mujeres que pueden lograr esos maquillajes preciosos y elaborados, no las juzgo pero yo no lo haría.

Es mi envidia la que habla, no puedo pintarme parejo los labios mucho menos podré con los ojos.

Me pidieron salir hace menos de media hora, yo estaba tranquila porque todavía no me informaron que esa misma noche sería la cita, dijeron que se les ocurrió una idea fenomenal a último momento y por eso acaban de avisarme. Corre al baño para darme una ducha y de ahí fui al clóset en busca de algo que me gustase y quedase bien.

Por hoy no voy a llevar móvil, tampoco dinero aunque convengamos que de hecho no tengo la moneda oficial del país que ahora mismo no recuerdo cómo se llama y mucho menos qué valor tiene. Dejaré que ellos se hagan cargo de la cuenta en caso de que vayamos a un restaurante, no es lo que me gusta ya que siento que pierdo cierta independencia al permitir que un hombre pague por mi comida, yo creo que una sola vez me haga mal.

Estoy tranquila sabiendo que mi abuelita tiene la compañía del señor Abad, los dos congeniar on también que ahora mismo están conversando en el jardín. Ojalá mi abuela decida darse una oportunidad y seguir adelante, nunca me apareció sano el amor que ella decía sentir por su esposo.

Gracias a dios no se les ocurrió volver a a esa tos brujas en cuerpo de mujeres, por hoy estoy agotada mentalmente como para seguir discutiendo por un tema que no les incumbe ninguna de las dos, tampoco a mí, sin embargo fueron ellos los que solicitaron mi presencia en la reunión para controlar los ataques de furia.

Salió todo al revés, tuvieron que calmarme a mí en lugar de yo a helios
Cuando me lavé el cabello me queje más de una vez por el dolor que sentía, esa maldita arpía me clavó sus uñas hasta casi hacerme sangrar.

Controle enormemente mis ganas de clavarle a un rodillazo en el estómago por respeto a los chicos, así que imagínense lo que lo hubiera hecho de no ser por ese autocontrol que me costó la mitad de una teta.

Desprecio a Hurrem Abad, no la odio porque eso significaría sentir algo por ella y ahí es en dónde no se puede aplicar esa definición.

Basta, María, ella no puede arruinar tu cita, no le des el privilegio de controlar tus pensamientos estando lejos, concéntrate en no comportarte como una idiota por lo menos hoy y disfruta sin pensar demasiado en salir enamorada de esa cita.

- ¿Cariño? - esos apodos todavía me parecen extraños, más viniendo de Baruk, el jefe que al inicio parecía un maldito hijo de perra.

- ¿Qué tal me veo? - le pregunto cuando le abro la puerta, doy dos vueltas esperando a que diga algo.

Foto internacional (TMHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora