∆Once∆

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María Isabel

Veo como papi baja sus maletas de la habitación que comparte con mami, ella corre tras él y le pide que no se vaya, que nosotras lo necesitamos, llora desde anoche, cuando papi vino a casa con otra mujer y con unos papeles que lastimaron a mami.

- ¡Tenemos una hija! Ella te necesita, no la dejes como a mi, por favor- sostiene las manos de papi, pero de un tirón la deja acostada en el suelo.

- Esa mocosa no me importa, fue un error, como el haberme casado contigo ¡Por su culpa soy infeliz! Me obligaron a casarme- mami llora más fuerte.

- ¡Ella no tiene la culpa de nada! Fue nuestra por no cuidarnos ¡No debes dejarla! Hazme lo que quieras, pero no dejes a María, ella debe tener a su padre- apreto a mi muñeca Sofía contra mi pecho, papi está gritando mucho y cada vez se acerca más a mami.

- Mi única culpa fue conocerte ¡Era tu trabajo no embarazarte! Nos casamos por ella, pero ahora no vale más, ya mi padre murió y por él viví contigo por años- papi me mira cuando mis sollozos se hacen más fuerte.- Aprende una buena lección, María, el matrimonio es una mierda-

- ¡Papito! ¡No te vayas!- le grito desde la puerta, pero es tarde, ya subió al auto con esa mujer.

No otra vez, hace años dejé de soñar con ese maldito, un hombre que no debió ser padre. Estaba superado, pero claramente mi cerebro lo proyecta nuevamente por los hombres que tanto desean que me case.

No, el matrimonio no es lo que busco, terminará mal y yo seré la única que salga herida, así como mi madre. Antes que eso prefiero tener una relación seria pero sin anillo en medio, eso lo jode todo.

Rechacé cuatro veces la propuesta de matrimonio de Antonio, le dije claramente que no iba a casarme con nadie, por más amor que le tenga.
No sé lo tomaba bien, dejó de intentar e incluso sus demostraciones de afecto se redujeron en un 110%. Siempre me culpé por nuestra lejanía, pero no, él tenía que entender que no era lo que deseaba, con estar a su lado era más que suficiente.

No soy un ser codicioso, pido a alguien que me quiera sinceramente.

¿En qué fallé? ¿Decirle que no lo orilló a engañarme? ¿Debía aceptar esa puta pregunta? No, porque igual me habría engañado, él no me quería.

¿Se entiende porqué le digo no al matrimonio? Si mi padre me falló, todo hombre puede hacerlo, y así fue con Antonio, uno que pintaba el mejor de los futuros para los dos.
Por eso no voy a confiar en los cinco hombres que duermen en mi nuevo cuarto de hospital, no lo valen, no voy a arriesgar mi corazón de nuevo.

- Eres el único que no va a defraudarme- le sigo a mi Panchito, está dormido sobre mi vientre, como cada noche.
No confío en los hombres, pero para no sentirme sola adopté a pancho un día de lluvia, fue lo que mi corazón necesitó para estar completo.

- Tampoco lo haremos si nos das la oportunidad- casi grito espantada, Anás está mirándome desde el suelo.

- Lamento haberte despertado, tuve una...-

- Pesadilla, lo sé, hice lo que pude para despertarte cuando ví que lloraba en sueños ¿Mejor?- dice apuntado a pancho con sus ojos.

- Mucho- Anás sigue mirándome- Dilo ¿Qué quieres saber?- se levanta con cuidado, saca una de las piernas de su hermano de su espalda y se levanta.

- ¿Es por tu padre que no nos aceptas?- carajo, volví a hablar dormida.

Y yo que afirmaba no ser más sonámbula.

- Es algo personal, si me siento en confianza se los diré, pero por ahora no- le digo antes de que siga cuestionando algo que es una de las mayores espinas.

Foto internacional (TMHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora