∆Treinta y dos∆

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María Isabel

Fue muy difícil contener a mi abuela, después de enterarse de la bofetada que Hurrem me dió estando todavía en España, estuvo corriendo como loca por toda la mansión tratando de encontrarla y darle su merecido.

Recordé esa parte de mi infancia que no le agradezco, los golpes en las pompas con su fiel sandalia.

Se tranquilizó notablemente cuando le dije que le devolví el golpe con el doble de fuerza, y que los chicos me defendieron de los ataques insistentes de su madre. Fue la primera vez, desde que tengo uso de razón, que me felicitó por haber golpeado a alguien.

La muy hipócrita dijo que está en contra de la violencia, sin embargo en algunas ocasiones pueden ser la respuesta necesaria para dejar en claro a la otra persona que somos capaces de defendernos sin que nadie nos ayude.

Por lo visto esa es su filosofía desde que soy una niña, ya que más de una vez sufrí esa defensa innecesaria.

No me vengan con eso de que puede llegar a ser traumatizante para los niños recibir castigos físicos, no todos crecemos en el mismo contexto y es por eso que en algunos niños es necesario ir más allá de las palabras sin tampoco pasarse de la raya, una cosa es corregir y otra muy diferente es golpearlos hasta dejar su cuerpo marcado.

Mírenme a mí, no salí del todo mal, me faltan unas cuantas tuercas en la fábrica pero aprendí cuestiones importantes.

Después de todo el alboroto iniciado por Ibrahim y concluido por Hurrem, la tarde la pasamos bebiendo té en lo que nos poníamos al día con algunas cuestiones de la granja, y una que otra duda de mi queridísima abuela por conocer mi intimidad sexual con los seis hombres que ella cree son mis novios y que el abuelo de ellos asegura que son mis prometidos.

El día que sepa la verdad voy a llevarme el mayor castigo de la vida y claramente la sandalia será la protagonista.

Necesito hablar con ellos y ver cómo vamos a solucionar el maldito problema del futuro matrimonio que su abuelo ya está planeando, lo vi muy entretenido hojeando una revista de vestidos de novia. Agradezco que no haya mencionado el tema delante de mi abuela o ahora mismo me celebraría una despedida de soltera, siempre creyó que nadie sería tan desquiciado como para casarse conmigo.

Me aseguraba que tendrían que tener el mismo desorden mental que yo para entendernos bien.

Los estoy conociendo y admito que me atraen muchísimos sin mencionar que tenemos algunas cosas en común, pero ellos necesitan una esposa y yo no creo ser la indicada para un papel de ese calibre, no por ahora.

Aunque pensándolo bien, no puedo entrar al despacho y hablarles del matrimonio cuando ellos tienen un problema serio, el regreso de su hermano, sí pesamos el orden de prioridades en una balanza claramente la victoria la obtiene la segunda cuestión.

¡Porque mi vida es tan complicada! Desde que ellos llegaron no tengo un segundo de tranquilidad, algo muy por fuera de lo que era mi rutina diaria qué se basaba en trabajar, ver al infiel de Antonio y escribir mis libros.

Entre tantas corridas no me he tomado el tiempo de actualizar algunos capítulos, lo peor de todo es que no termino un libro que ya tengo idea para uno nuevo e incluso ya lo inicié, lo hago porque tengo miedo de que esas ideas abandonen mi cabeza y mi creatividad se vaya por el caño.

Últimamente siento que no escribo del todo bien, que mi forma de hacerlo jamás será suficiente para mí misma, intento romper los estándares de mi manera de redactar tratando de expresar lo mejor posible el desarrollo de los personajes y relacionarlo con problemas de la vida real.

Foto internacional (TMHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora